La pandemia, que inicialmente se presentó esencialmente como una crisis sanitaria, se fue convirtiendo en una crisis global que afectaba a toda la sociedad española en áreas esenciales como la economía, la educación, la cultura o la política y en aspectos cotidianos que limitaban nuestras costumbres y hábitos. Ha trascurrido casi un año desde el comienzo del confinamiento, y aunque la perspectiva es demasiado corta para comprender y analizar la situación con rigor y profundidad, nos ocuparemos de algunas de las tensiones que ha producido en el ámbito educativo y que se han trasladado a todo el sistema educativo.

Tras un breve periodo de asombro e incredulidad, la realidad educativa ha cambiado de forma radical en nuestros centros. Planificación, metodología, evaluación, organización… Todo se ha visto afectado y condicionado de forma traumática.

El cierre de las escuelas durante el confinamiento ha puesto de manifiesto las desigualdades sociales, la llamada brecha digital y las diferencias de acceso a los recursos. De una forma abrupta, nos dimos cuenta del bajo desarrollo que la enseñanza no presencial y online, había tenido en los años anteriores, de la limitada formación del profesorado a este respecto y de la escasa dotación de dispositivos y conectividad entre los sectores más vulnerables.

Sin siquiera haber planteado un modelo de complemento virtual no presencial a nuestra docencia, la comunidad educativa se vio obligada a aplicar, prácticamente de un día para otro, herramientas y procedimientos que en la mayor parte de los casos desconocía y nunca había usado.

Algunas de las preocupaciones, en el ámbito nacional, pero también internacional, se han dirigido también hacia las pérdidas de los aprendizajes y sus posibles consecuencias en el futuro, a los riesgos en el incremento del abandono temprano (aunque parece ser que no en el corto plazo) y a otros tipos de desconexiones como el absentismo, la baja socialización y la pérdida de vínculos escolares.

A medida que la Pandemia ha percutido mes a mes en las aulas, el estado ánimo del profesorado y de los estudiantes se ha ido resintiendo y se va dibujando un horizonte emocional que no será fácil revertir y para el que habrá que desarrollar medidas de atención y de recuperación

Pero no debemos dejarnos llevar por una visión negativa. La reacción del profesorado y su intento de mantener la enseñanza en la distancia durante el confinamiento, el esfuerzo de las familias por apoyar el aprendizaje del alumnado, el esfuerzo de la administración por aportar más recursos para bajar ratios y mantener distancias adecuadas, el mantenimiento mayoritario de las aulas abiertas durante este curso son razones para ver con optimismo el futuro.

Para profundizar en algunas de estas cuestiones contamos con la colaboración de Enrique Diez-Gutiérrez de la Universidad de León, que aborda los problemas relacionados con las desigualdades educativas. El equipo de profesoras de la Unidad de investigación FORVI de la Universidad de A Coruña se centra específicamente en la brecha digital. José Miguel Arias, de la Universidad de Oviedo dirige su mirada a un elemento clave durante este periodo como ha sido la evaluación. Por su parte, Aina Tarabini y Judith Jakovkis de la Universidad Autónoma de Barcelona se centran en las consecuencias del confinamiento en la segregación escolar.

Contamos también con una entrevista a una figura fundamental, a nivel internacional, en el ámbito de la enseñanza a distancia, Salman Khan, creador de la Khan Academy, la mayor plataforma de aprendizaje del mundo y que recientemente fue galardonado con el premio princesa de Asturias.

Por último, contamos también con la colaboración de Raquel Álvarez, directora del IES Rosario de Acuña de Gijón que comparte su experiencia durante el confinamiento que puede servir de reflejo de vivido en este tiempo en las aulas de todo el país