Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº 11

DYLE Nº 11

Monográfico

Personas conectadas, oportunidades educativas

Isabel Dans Álvarez de Sotomayor

Profesora del Departamento de Pedagogía y Didáctica - Universidad de Santiago de Compostela

Resumen: El mundo educativo de la sociedad del conocimiento ha sufrido un giro radical provocado por la situación sociosanitaria generada a causa de la pandemia. Por un lado, la literatura científica y los organismos internacionales insistían en señalar la digitalización de la escuela como uno de los factores de cambio social y, por otro lado, las circunstancias han impuesto no solo una emergencia sanitaria, sino también una nueva emergencia educativa. Esta situación es de todos conocida y manifiesta una brecha digital reflejo de las desigualdades sociales, económicas, territoriales, generacionales, de género, etc. Constatar esta realidad en nuestros entornos escolares no ha hecho sino aumentar la necesidad urgente de dar una respuesta eficaz a los dilemas en los que familias y educadores estamos sumergidos con una educación digital profunda, que aborde todas las dimensiones de la persona, es decir, su identidad. Si bien es cierto que el cambio educativo en la esfera digital es un fenómeno imparable, conviene revisar qué papel tienen el uso de los medios por nuestro profesorado y alumnos en la construcción de la identidad.

CLAVES PARA DAR RESPUESTA A LOS PELIGROS EN RED QUE SUFREN PERSONAS CON DIVERSIDAD COGNITIVA DESDE LA DIRECCIÓN DE CENTROS

IDENTIDAD DIGITAL ¿LÍQUIDA?

Martínez Otero (2017) acuña un término para referirse a la identidad como “unidiversa”. Este neologismo permite atisbar la complejidad del fenómeno en la etapa infantojuvenil y aun en otras edades. Antes Bauman (1999) había bautizado nuestra era como una sociedad líquida, donde los vínculos también lo serían cuando se da una conexión y desconexión fugaz entre las personas. Estas relaciones entre las personas gracias a los dispositivos se mantienen en condiciones de hiperconectividad, por lo que afectan de una manera más relevante al desarrollo humano. La trascendencia actual que se le concede al estudio de la identidad es un reflejo de las dificultades que surgen de la aldea global. Una mayor flexibilidad también lleva aparejada una gestión del tiempo compleja por los administradores de la educación (Bernal et al., 2020). Se produce un sentido de fragmentación, en el que los recursos tradicionales para la formación de la identidad ya no son tan sencillos o tan fácilmente disponibles.

Los medios digitales proporcionan tantos beneficios en la comunicación eficiente, que es obvio señalar su necesidad en nuestras escuelas y hogares. Estas ventajas provienen de la finalidad con que se utilicen. La buena programación de los recursos repercute en una utilización positiva en los jóvenes. El uso las redes sociales es positivo cuando está programado y favorece la colaboración para hacer deberes, atender a alumnado ausente del espacio físico por enfermedad o traslado, compartir experiencias de aprendizaje, etc. Sin embargo, son un claro distractor para el estudio individual (un dato que lo evidencia: en épocas de exámenes, como puede ser la ABAU, muchos estudiantes dejan de usarlas con tanta frecuencia). En este sentido hay que recordar cómo se articula el marco legal. En Galicia, por ejemplo, (ocurre igual en otras comunidades, pero no en todos los países, véase Francia con la prohibición el móvil) existe una ley de convivencia que prohíbe el móvil de forma general, pero lo permite con usos pedagógicos.

El perjuicio se deriva de la normalización de la vida digital en los centros y la falta de autorregulación de los adolescentes con el dispositivo, no tanto con las redes sociales como Instagram o Tiktok o los servicios de mensajería como Whatsapp o las plataformas audiovisuales como Youtube o Netflix. Educar es ayudar a forjar una personalidad sólida en medio de un panorama líquido. El mismo Bauman vuelve sobre su concepto tan famoso para alertar sobre las relaciones actuales como “vidas líquidas”. Este choque entre lo cambiante y lo permanente parece sumir en la incertidumbre a quienes educamos, a pesar de que contamos con las herramientas para acompañar el crecimiento digital: “dada la versatilidad de la realidad, es totalmente necesario estimular en el educando la flexibilidad y la capacidad de ajuste, para que no quede a merced de las circunstancias, cual si de un “alumno-veleta” se tratase. En nuestros días, no son pocos los escolares que, al carecer de adecuada orientación cognitivo-emocional, se extravían” (Martínez-Otero, 2017, p.194).

EDUCAR EN LIBERTAD Y ACOMPAÑAR EN EL RIESGO

Antes de nada conviene señalar que no se usan mucho las redes sociales en las escuelas, sino más bien las plataformas educativas de los centros como Google Classroom, Moodle, Dojo, etc. Otro ámbito bien diferenciado es el que acontece en el ocio de nuestros jóvenes y aún de nuestros niños. La red social número uno es Instagram, pero le sigue muy de cerca Tiktok, que empieza mucho antes (en Primaria ¡y aún en Infantil!). Todas ellas, con la ayuda de plataformas audiovisuales como Youtube se están usando como altavoz de los proyectos y trabajos de aula o del centro, para difundir buenas prácticas con un efecto motivador en todas las áreas y en toda la comunidad educativa.

Los medios digitales en sí mismos no aportan beneficios, dependen 100% de las finalidades que se programen con ellos. Si no hay ese trabajo previo de pensar cómo aprovecharlas quedan sin sentido educativo, lo mismo que ocurre cuando se lleva un periódico al aula porque lo regalan.

En este sentido la utilización de los medios con fines didácticos está correlacionada con perfiles de navegación más seguros. Es decir, aquellos estudiantes que han participado en proyectos y experiencias de aprendizaje con medios digitales están más preparados para prevenir posibles riesgos. Son precisamente las dificultades en línea acompañadas adecuadamente las que pueden facilitar la resiliencia y adaptación a un entorno líquido. En general, se entienden muchas veces las conexiones virtuales como un instrumento de la vida privada que interfiere en la vida escolar y genera muchos problemas de convivencia. El lema es reiterativo en cuestiones educativas: más formación, menos peligro. La formación puede ser teórica y, por tanto, poco efectiva o puede ser práctica. En este caso los menores pueden ver hecha realidad una identidad educativa cuajada de interacciones, objetos digitales compartidos y contenidos creados junto con su profesorado y compañeros de clase. Como afirman con acierto las investigaciones que encuestan periódicamente a niños europeos desde hace años en los informes EU KIDS ONLINE (Smahel et. al, 2020), la aparición de riego no supone siempre la existencia de un daño. En este sentido es particularmente útil potenciar las experiencias de un mundo digital compartido entre adultos y menores, educadores y niños, familias e hijos, como alientan múltiples espacios en la red dedicados a la educación digital (pueden ver ejemplos en https://www.commonsensemedia.org). El ejemplo es el gran profesor de nuestro tiempo y permite entrenar habilidades emocionales, gestionar la huella digital de forma consciente, trabajar la formación del perdón como forma de aprendizaje también en la red, la necesaria desconexión, la gestión de las relaciones tóxicas y el uso de Internet desde un compromiso por el cuidado de los demás.

Se usan las redes sociales en los centros educativos como difusoras de proyectos o actividades emprendedoras, trabajos de clase, etc. Por ejemplo, con la creación de cuentas de simulación en las clases, proyectos de booktubers, retos entre centros, participación en concursos educativos, etc. Se echa en falta el empleo más social de los medios, orientados a contribuir con la sociedad desde las aulas y formar a las personas en todas las facetas de su vida. Otra faceta de la identidad juvenil es precisamente esa apertura a las necesidades de otros y compromiso social que se fragua también en la participación digital.

Un ejemplo práctico de este mundo compartido es la práctica de análisis de contenidos difundidos en redes sociales en las aulas para fomentar el pensamiento crítico con los bulos y la desinformación. Esto también ocurre como parte de su aprendizaje informal, pues los grupos de clase en Whatsapp o Instagram son también espacios de participación y crítica social, aunque sea en forma de memes. Empezar en casa y en el aula a comentar las noticias falsas es un buen punto de partida que se puede expandir a los entornos lúdicos en línea, donde se accede a contenido potencialmente peligroso: en los videojuegos en línea, en los espacios personales de los influencers o entre las series de moda de la temporada.

No puede obviarse tampoco el peligro potencial de las miles de interacciones digitales de nuestro estudiantes. En este sentido son más peligrosas las redes sociales y los usos digitales en general que favorecen el anonimato, caldo de cultivo para el maltrato y el acoso, y la hipersexualización de las relaciones. Otro factor educativo es el tiempo y los momentos de conexión, que repercuten en la convivencia y hasta en la atención (Bernal et al., 2020, Pew Research Center, 2018). Sostenemos que una contribución positiva a la formación de la identidad digital es el acompañamiento natural en los medios: programar su uso para el aprendizaje e incluirlos como fuentes de reflexión entre adultos y menores. Sin embargo, existe una tendencia a mimetizarse con los entornos juveniles para fines escolares. Esto es, se trata de utilizar medios de gran difusión popular como Tiktok para explicar el contenido de una materia. Además de infringir la edad legal de uso de este servicio web, puede alentarse equivocadamente su uso, dando lugar a faltas contra la protección de la intimidad. En concreto, Tiktok no sigue las normas de la Ley de Protección de la Privacidad en Línea de los Niños (COPPA), como denuncian expertos en la red (Duchement, 2021).

Llegados a este punto de la reflexión, conviene preguntarse si poseen los docentes competencias para guiar al alumnado -nativos digitales- a hacer un uso adecuado de los medios digitales. Hay tres pilares donde se apoya el uso adecuado: la técnica, la ética y la pedagógica. La primera es temida por un sector del profesorado, pero no es esencial para la formación del carácter, sustento de identidades sólidas. La segunda es la más desarrollada, pero a veces se ve reducida porque ese miedo ante la falta de competencia técnica. En cambio, es mucho más interesante y relevante esta aportación de los docentes. Las cualidades personales, la calidad humana del docente es lo que más puede contribuir a dar sentido y orientación a los menores. La tercera es fundamental para su uso dentro del currículum, como parte de las asignaturas, y del centro como comunidad que interacciona digitalmente.

Finalmente, podemos sintetizar el papel del profesorado en la formación de la identidad digital con tres retos:

El reto de la normalización: asumir con naturalidad que están aquí y forman parte de nuestras vidas, también escolares. Este incluye el reto de la desconexión cuando toca, que es una demanda hasta de los jóvenes, hartos de sobredosis digital.

El reto de la ilusión: ¡podemos hacer tanto si nos empeñamos en ayudar a nuestros adolescentes a ser felices también en las redes sociales!

El reto de la formación, porque un buen profe nunca deja de aprender

Referencias

Bauman, Z. (1999). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

Bernal Guerrero, A., Valdemoros San Emeterio, M. Á. y Jiménez Eguizábal, A. (2020). Tiempo, poder y educación. Repensando la construcción de la identidad personal y las decisiones de la política educativa. Time, power and education. Rethinking the construction of personal identity and educational policy decisions. Revista Española de Pedagogía, 78 (277), 377-394. https://doi.org/10.22550/REP78-3-2020-02

Duchement, P. (2021). “TikTok y los menores, inseguro por naturaleza”. Disponible en https://pduchement.org/2020/11/26/tiktok-y-los-menores-inseguro-por-naturaleza/

Martínez-Otero Pérez, V. (2017). La identidad en riesgo: orientaciones socioeducativas. Revista Iberoamericana De Educación, 75, 181-196. https://doi.org/10.35362/rie7501253

Pew Research Center (2018), “How Teens and Parents Navigate Screen Time and Device Distractions”. Dipsonible en https://www.pewresearch.org/internet/2018/08/22/how-teens-and-parents-navigate-screen-time-and-device-distractions/

Smahel, D., Machackova, H., Mascheroni, G., Dedkova, L., Staksrud, E., Ólafsson, K., Livingstone, S., and Hasebrink, U. (2020). EU Kids Online 2020: Survey results from 19 countries. EU Kids Online. https://doi.org/10.21953/lse.47fdeqj01ofo