DYLE Nº 20

Otra mirada, otra escuela
Dolores Pevida Llamazares
Inspectora educativa. Presidenta FEAE Asturias
Reimaginar juntos nuestro futuro. Un nuevo contrato social para la educación. Este Informe de la Comisión Internacional sobre los futuros de la educación plantea la cuestión de la función que puede cumplir la educación para dar forma a nuestro mundo común y nuestro futuro compartido de cara a 2050. Incorpora contribuciones para replantearse el espacio de aprendizaje, la importancia del aprendizaje social, el cambio climático, la brecha digital…
La aprobación de una nueva ley de educación, la LOMLOE nos ayuda en ese cambio de mirada que nos permita forjar futuros pacíficos, equitativos, justos y sostenibles. Para ello es necesario transformar la educación y de ahí que otra mirada nos muestre inevitablemente otra escuela.
Defendemos la idea de formar ciudadanos del mundo en nuestras escuelas y deseamos formar parte activa en el desarrollo personal, social y profesional de nuestro alumnado, ajustándonos a las demandas de un mundo globalizado y cambiante, vinculado al conocimiento, en un entorno de equidad, justicia e inclusión.
El aprendizaje competencial, caracterizado por su transversalidad, su dinamismo y su carácter integral, afecta e interpela a contextos formales y no formales de la educación, como proceso de desarrollo personal y colectivo mediante el cual los individuos van adquiriendo mayores niveles de desempeño en el uso de esas competencias clave. El informe Delors (1996) Los cuatro pilares de la educación, presentado por el Informe de la Unesco de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI ya proponía los principios de aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir.
Hablar de inclusión educativa es hablar de curriculum pero además es hablar de ética y de justicia social. Es hablar de un derecho. El discurso inclusivo en educación nos acompaña, afortunadamente. Es cada vez más frecuente que salga de la boca de la clase política, de los gestores de la educación, de los órganos colegiados de los centros educativos, de las maestros y maestros, de los profesores y profesoras. Este discurso por la educación inclusiva existe. Sin embargo, ¿dónde se sitúa la práctica inclusiva?
¿Impulsamos la igualdad de oportunidades en base a la solidaridad, participación, visibilización?
¿Ponemos el foco en el desarrollo de todos los potenciales de nuestro alumnado, sin excepción?
¿Nos imaginamos un mundo en el que todos los niños y las niñas reciban una educación de calidad, equitativa y justa? ¿Con toda la población escolarizada?
¿Somos capaces de aceptar a todos y a todas en la escuela (presencia), de hacerles participar (participación) y de conseguir aprendizajes exitosos para todo nuestro alumnado (logros)?
Pues, estaríamos hablando de inclusión en nuestra escuela. Estaremos pensando en la transformación de la escuela hacia un sistema más equitativo. Otra mirada que nos abre la puerta a otra escuela
Poner en marcha acciones encaminadas a vivir esa justicia social en la escuela se encuentra con barreras, que día a día es necesario afrontar, reflexionar, y ofrecer alternativas que nos permitan cambiar. Siempre hemos pensado que este es un camino con piedras, difícil de transitar, pero estamos dispuestos a frecuentarlo.
La cultura de la escuela es fundamental. El Proyecto Educativo de centro, como documento institucional, debe recoger los aspectos de la cultura escolar. Sin embargo, es más costoso desbaratar creencias, afianzar culturas de colaboración, generar espacios de participación, eliminar barreras …, que redactar un proyecto educativo de centro. Es más gratificante trabajar por la cultura de una escuela inclusiva y poder mostrarlo en la dinámica diaria de nuestros centros. En este contexto de la cultura de la escuela, la idea de escuela inclusiva que tenga el profesorado es determinante para hacer el camino (Ainscow, 2017).
Por eso, desarrollar un plan de formación en el centro es una apuesta clave por la inclusión si se fundamenta en torno a la presencia, participación y logros hacia una escuela inclusiva.
Conocer a nuestro alumnado, desarrollando un plan de acción tutorial que nos empuje y nos dirija a trabajar con nuestros niños y niñas en la escuela, como protagonistas principales, pasa por desarrollar con ellos y ellas actividades y programas que favorezcan su competencia emocional, que les ofrezcan herramientas para ir consolidando su camino hacia la vida, como ciudadanos del mundo.
Reflexionar, consensuar y desarrollar metodologías más activas en la escuela, nos permite generar equipos, sentirnos arropados, fomentar la colaboración y ofrecer, como profesionales de la educación, alternativas de formación exitosas, acordes a nuestra época. Por ello, un plan de formación propio nos lo facilita.
Consideramos que es clave centrarse en el ámbito de la convivencia, entendida en el más amplio sentido del término. Aglutina nuestras relaciones, nuestras actuaciones, nuestras propuestas de actividades, en definitiva, nuestra cultura de centro. Que el profesorado desarrolle y trabaje colaborativamente, impulse y experimente metodologías activas genera equipo y establece bases sólidas en el conocimiento, descifra y sitúa los tan llamados “aprendizajes esenciales” y favorece que, como profesionales de la educación, pongamos al alumnado en el lugar que le corresponde: auténtico protagonista. Esta visión nos permitirá definir nuestras metas y además variar y flexibilizar los niveles de desafío, de apoyo y de éxito que proponemos a nuestro alumnado. Las propuestas educativas que organizamos cada curso son decisivas para reforzar esa mirada inclusiva de la escuela.
La concepción de la evaluación solo puede permitirnos abrir los ojos ante el camino que nos queda por recorrer y darnos pautas para saber dónde debemos poner el acento. De no ser así, nuestra evaluación se convertirá en una barrera segregadora difícil de sobrepasar.
Siempre recordaremos unas palabras de Nacho Calderón, (de un libro suyo Reconocer la diversidad. Textos breves e imágenes para transformar miradas), que nos invitan a realizar un viaje “que supere la indiferencia y que permita el cambio. (…) Porque la quietud, duele. Y porque, al alterar el orden, también surgen nuevas esperanzas”