Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº5

DYLE Nº5

Monográfico

Los efectos de la pobreza en la educación en Brasil o en la región de Chapecó (SC)

Leonel Piovezana

Profesor Dr.

Traducción del portugués: Juan José Varela

Introducción

Como profesor e investigador desde 1980, he sido testigo del modo en que la pobreza ha golpeado Brasil y más específicamente en la región de Chapecó, capital del estado de Santa Catarina, con aproximadamente dos millones de habitantes; una situación que surge como resultado de una necesidad del sistema de producción actual bajo la dirección del capital, cuyo objetivo es acumular riqueza para que unos pocos a través de la explotación del trabajo de las personas (valor agregado) y en la fortaleza cuantitativa de los pobres en cuanto a capaces de influir y regular el mercado laboral. Son estos factores focos de miseria que amenazan la seguridad de los trabajadores y los enfrentan entre sí en la lucha por la supervivencia.

Era una táctica o estrategia de gobiernos previos, aquellos de índole militar vinculados a los coroneles, tanto en el campo como en la ciudad, el predicar y fomentar la discordia entre los trabajadores pobres, culpándolos por la situación económica del país y por su dependencia económica del mismo.

Antes de la llegada de los europeos entorno a 1500, más de un millón de personas que habitaban las tierras de Brasil vivían en perfecta armonía con la naturaleza y no tenemos conocimiento de que hubiera pobreza, hambre y guerras violentas en esa época. Desde la llegada de los portugueses, los nativos, llamados indígenas, pierden el derecho a la tierra y, lo que es peor, a la vida, no siendo esto suficiente, se llevan incluso sus almas. Indios y africanos, así como sus descendientes son esclavizados, perdiendo sus almas, sirviendo como mano de obra barata en los procesos a los que sirve la esclavitud. La libertad solo se les anuncia en 1888, pero la esclavitud y la destrucción en la mesorregión de Chapecó continúa hasta bien entrada la década de 1970.

¿A dónde fueron los esclavos liberados? ¿Mestizos llamados caboclos o brasileños? ¿Qué fue de los pueblos indígenas? Sabido es que se fueron a los quilombos o fortalezas rurales de las zonas de influencia brasileña o como agregados o peatones en las granjas de terratenientes, en las periferias de las grandes ciudades y en conglomerados, formando las favelas que se denominan más sutilmente comunidades.

Se observa como esas comunidades o complejos de barrios marginales en Río de Janeiro y São Paulo, como consecuencia de los cuatro siglos de esclavitud practicados en Brasil, cuando el Estado percibe que disponen de una cierta autonomía y capacidad para el pago de impuestos, así como un cierto potencial económico en estas personas, se producen guerras para la pacificación y la incorporación de estos a los poderes constituidos de la nación brasileña.

La Ley de Tierras de Brasil de 1850, regulada en 1854, se convierte en otro obstáculo que impide que estas personas tengan acceso a la tierra. Tanto negros como indígenas están marcados por el aislamiento socioeconómico, ambiental, cultural y espiritual. La Constitución brasileña de 1988 garantiza el derecho de ir y venir de las personas y de la igualdad ante la Ley, solo hace referencia a la regulación de un Estatuto propio para los pueblos indígenas, que hasta 2019 todavía esperaban la libertad. Desafortunadamente, son tratados tanto indirecta como relativamente poco vinculantes.

El siguiente texto se basa en el Informe Técnico – 8/2019 Subsidio de Familia del Observatorio de Violencia y Seguridad Pública dentro del Primer Programa de Maestría en Política Social y Dinámica Regional de la Universidad Comunitaria de la Región de Chapecó y en una encuesta realizada a la comunidad indígena Kaingang en Chapecó, ubicada entre los municipios de Ipuaçu y Entre Ríos. Chapecó tiene seis mil habitantes y fue demarcada en 1902, para a continuación verse inundada por empresas inmobiliarias y dividida en colonias de 242 mil metros cuadrados que fueron vendidas a agricultores inmigrantes de procedencia mayoritariamente italiana y alemana del vecino estado de Rio Grande do Sul, víctimas de este proceso de redistribución de tierras.

Para la colonización de la región de Chapecó, se utilizaron varias tretas para expulsar a los pueblos indígenas, tales como: limpiar la tierra; que consistía en limpiar el bosque y diezmar a los pueblos nativos a través de guerras como la que comenzó en 1912 y terminó en 1916. Un episodio sangriento que involucraba y necesitaba del ejército brasileño para exterminarlos y repoblar con caboclos, indios y negros la zona. Hasta 1948, los indígenas fueron infectados deliberadamente con enfermedades infecciosas, principalmente con la viruela o la peste negra. Personas, llamadas “bugreiros”, fueron contratadas para cazar y matar indígenas que no estaban confinados en reservas o en pequeñas porciones de tierra administradas y controladas por el gobierno a través de agencias públicas como el SPI – Servicio de Protección Indígena y después por la FUNAI – Fundación Nacional Indígena que está siendo desmantelada desde 2019 por el gobierno del presidente Bolsonaro, con el apoyo de los campesinos de Brasil.

Estudio del Subsidio Familiar: retrato de la pobreza brasileña

Según la Caixa Económica Federal de Brasil, que administra los pagos, el Subsidio Familiar atiende a 13,1 millones de familias a fecha de diciembre de 2019. El gobierno desembolsó R$ 2.5 mil millones para el pago de este beneficio y otros R$ 2.5 mil millones con el decimotercero, una novedad propuesta en plena campaña electoral por el gobierno de Bolsonaro. A pesar de las críticas de sus partidarios, el Subsidio Familiar fue implementado por el gobierno de Lula y se ha convertido en un instrumento alienante para la miserable compra de votos.

Para los ruralistas y los grandes terratenientes de Brasil, antes de esta política pública, era fácil encontrar mano de obra barata para las actividades agrícolas de forma abundante y barata. Los trabajadores sometidos a vivir en granjas o en campos de trabajo, por menos del salario mínimo y bajo condiciones de esclavitud. Todo aquello que ganaban, lo tenían que regresar a sus empleadores como forma de pago por la comida y el alojamiento.

El Subsidio Familiar y otros logros de los derechos de los trabajadores obligaron a los empleadores a pagar mejor y a proporcionar condiciones de vida dignas, con visitas semanales a sus familias, vacaciones y hasta una vivienda digna. Esto ha provocado la revuelta y el odio de los agricultores, que culpan a estos escasos programas de asistencia social como promotores de fraude, vagancia y desconexión social. Hay tantos pobres en Brasil que la cantidad de recursos públicos destinados “ad hoc” tiene un gran efecto sobre el erario.

En la región de Chapecó, aproximadamente el 50% de las personas tienen salarios que llegan al promedio del umbral del salario mínimo. Son trabajadores rurales y urbanos que se dividen entre los trabajos más difíciles del agronegocio, suministrando casi un cuarto de la producción. En 2019, la región contaba con más de seis mil trabajadores haitianos y más de mil quinientos venezolanos, senegaleses y otros provenientes de África. Personas que dependen de todo tipo de asistencia social pública para poder sobrevivir.

Para recibir el citado subsidio y poder llegar a percibir esa prestación, las familias deben tener las siguientes características:

– Extremadamente pobres y con un ingreso mensual de hasta R$ 89.00 por persona;

– Pobres, con un ingreso mensual de hasta R$ 178.00 por persona, pero que incluye a mujeres embarazadas o niños y adolescentes de hasta 18 años. El subsidio comienza desde R$ 89.00 mensuales y se pueden recibir cuotas adicionales de:

– R$ 41.00 para niños, adolescentes y mujeres embarazadas;

– R$ 48.00 para adolescentes de 16 o 17 años. El monto total del pago no puede exceder R$ 372.00 por familia.

Cabe señalar que el pago se deposita en una cuenta específica a nombre de la mujer y/o madre, que a su vez se compromete a mantener a sus hijos en la escuela, que es, a su vez, responsable de una mejor alimentación diaria para niños y jóvenes en edad escolar.

El Informe técnico no. 8/2019 del Observatorio de Violencia y Seguridad Pública y de Políticas Públicas y Dinámicas Regionales del Programa de Maestría en Políticas Sociales de la Universidad Comunitaria de Chapecó, en el dossier titulado “Políticas Sociales” a cargo de los investigadores sobre el subsidio en cuestión: Erni J. Seibel, Fábio C. Hartmann, Fransinês Teresinha Swib Vaz Grokoski, Patricia Sabina Marafon (PPGPSDR, 2019) informan que: según lo definido por el gobierno en el sitio web oficial del programa, el Subsidio Familiar contribuye a la lucha contra la pobreza y la desigualdad en Brasil. Fue creado y posteriormente ampliado en octubre de 2003 y que tiene tres ejes principales: suplemento de ingresos; cada mes, las familias atendidas por el subsidio reciben un beneficio en efectivo, que es transferido directamente por el gobierno federal. Este eje garantiza el alivio más inmediato de las situaciones de manifiesta pobreza.

Por lo que respecta al acceso a los derechos básicos; las familias deben cumplir ciertos compromisos o condicionantes, cuyo objetivo es reforzar el acceso a la educación, la salud y la asistencia social. Este eje ofrece condiciones favorables para que las generaciones futuras rompan el ciclo de la pobreza, gracias a mejores oportunidades para la inclusión social. Es muy importante mencionar que los condicionantes no tienen una lógica marcada; y, por el contrario, garantizar que los derechos sociales básicos lleguen a la población en situación de extrema pobreza. Por lo tanto, el gobierno, en todos los niveles, también tiene un compromiso: garantizar la prestación de dichos servicios. Su articulación se complementa con otras acciones; el Subsidio Familiar tiene la capacidad de integrar y articular diversas políticas sociales para estimular el desarrollo de las familias, ayudándolas a superar la situación de vulnerabilidad, exclusión social y pobreza. La gestión del Subsidio Familiar está descentralizada, es decir, tanto por la Unión Federal como por los estados; el Distrito Federal y los municipios que tienen atribuciones en su ejecución.

El Subsidio Familiar está previsto por ley (Ley Federal N ° 10.836, de 9 de enero de 2004) y está regulado por el Decreto N ° 5.209, de 17 de septiembre de 2004, y por otras normas que lo desarrollan. Denota, este informe, que a pesar de observar una ligera, pero perceptible caída en el número de familias atendidas es necesario señalar que el volumen de transferencias ha aumentado. Por lo tanto, en 2007 las transferencias, que ascendieron a alrededor de 100 millones, alcanzaron en 2014, el período de mayor inversión, a 250 millones de reales. A partir de 2014, tal vez debido a la crisis económica y al momento fiscal del Estado brasileño, vimos una disminución en los montos transferidos, de 250 millones en 2016 a poco más de 142 millones en 2018.

Como se pone de manifiesto anteriormente, lo que sucedió realmente fue la reducción de la miseria y no de la pobreza. Este conllevó un aumento de la corrupción por parte de los políticos y de las transferencias reales a las familias, ya que los fondos que se transfieren tienen que pasar por las prefecturas municipales con la aprobación de sus alcaldes y concejales.

En mi opinión, como investigador en desarrollo regional, el Subsidio Familiar tal y como lo conocemos muere en el cuarto año del primer mandato del gobierno de Lula (2003 a 2006), ya que, en 2006, en base a acuerdos políticos con los alcaldes de Brasil, con fines electorales, previendo éstos su reelección, hacen que se les traslade la gestión a los ayuntamientos. Originalmente, los fondos se asignaron a consejos sociales a cargo de iglesias y otras organizaciones no gubernamentales debidamente reconocidas.

El Subsidio Familiar en la microrregión de Chapecó

En general, las ciudades con mayor población terminan siendo aquellas que tienen la mayoría de las familias atendidas, especialmente el municipio de Chapecó, que en 2018 tenía un número de 3.273 familias atendidas, recibiendo una transferencia total de R$ 33.281,85. En relación con otros municipios, el número de familias atendidas no fluctúa mucho, aunque existen diferencias entre ellos. Después de Chapecó, los municipios con mayor número de familias atendidas fueron: Ipuaçu, Entre Ríos, Xanxerê, Campo Erê, Modelo, Palmitos y Aguas de Chapecó.

En cuanto a los montos totales transferidos a cada municipio, la perspectiva es similar a la destacada anteriormente, es decir, los municipios con las poblaciones más grandes son las que reciben la mayor cantidad de recursos. Esto no significa que cuanto mayor sea la población, más recursos recibe, el hecho es que en estos municipios tiende a haber un mayor número de personas en condiciones de pobreza o vulnerabilidad social, sin embargo, algunos municipios pequeños, en términos de población, terminan ganando proporcionalmente más recursos, debido a peores condiciones de vida experimentadas por sus ciudadanos.

En general, la lógica poblacional sigue. Así, para este estudio, se utilizaron las bases de datos disponibles en el Subsidio Familiar, específicamente utilizando VIS – DATA, la base de datos sociales del programa; una plataforma vinculada al Ministerio de Ciudadanía y a la Secretaría Especial para el Desarrollo Social (2019). A continuación, enfatizo una encuesta más específica de una de las seis tierras indígenas en la región. Como Profesor en la Escuela Pública desde 1982 y en la Universidad de la Comunidad de la Región de Chapecó desde 1995, y responsable de la creación de cursos específicos para educación secundaria e interculturalidad en las tierras indígenas del oeste del estado de Santa Catarina.

Creyendo que el desarrollo humano de calidad y con dignidad proviene de la educación, presentamos y concluimos tres proyectos principales para titulaciones de educación superior para comunidades indígenas, obteniendo en 2019, 230 graduados de diferentes campos del conocimiento, cuatro maestros en educación primaria y con la entrada de 186 nuevos estudiantes indígenas en la universidad local.

Educación y Subsidio Familiar bajo la Perspectiva Indígena

El Subsidio Familiar desde una perspectiva indígena proporcionó una garantía de acceso y permanencia en la escuela de educación básica a un amplio espectro de la población. Llegó a todas las familias y contribuyó a los procesos sociológicos y pedagógicos que tienen lugar en la escuela con un aprendizaje continuo y con la asistencia a clase por parte de los estudiantes que, en la actualidad, permanecen inscritos.

Los siguientes datos son los de un estudio realizado por mi persona en el último semestre de 2015 y en el primer semestre de 2016 en Chapecó, en los municipios de Ipuaçu y Entre Ríos, que tiene 16 aldeas y una población de seis mil y ochocientos habitantes, 90% de los cuales son Kaingang y el 10% restante guaraníes.

Once escuelas multimediales ofrecen educación primaria en los grados iniciales del sistema escolar estatal y dos guarderías atendidas por los municipios, tres escuelas de educación básica, para un total de dos mil cuatrocientos estudiantes indígenas.

Quinientas veinticinco familias se registraron en el municipio de Ipuaçu en 2016, de las cuales 490 familias son indígenas, 35 familias son de otras etnias y, en el municipio de Entre Ríos 377 familias cuentan con niños inscritos en el sistema escolar y que asisten asiduamente a la escuela. Se realizaron entrevistas a madres, maestras y estudiantes, además de la inestimable participación de la maestra Ana Paula, maestra indígena y residente de la sede de la aldea de Chapecó.

El Subsidio Familiar fue y continúa siendo un impulso significativo para la asistencia y participación en las clases de niños y estudiantes de entre 4 y 17 años, además de proporcionar recursos que hicieron, en su momento, y aún hoy, marcar la diferencia entre las decisiones personales y las motivaciones para ganar más, constatando ese hecho en la demanda de empleo de los beneficiarios. Para las madres indígenas, una vez que el recurso se transfiere a su nombre, se sienten empoderadas y comienzan a participar y contribuir en la planificación familiar y en el presupuesto del hogar.

El resultado se observa en la escuela en lo referente a la asistencia a clase y en el excedente de material didáctico: cuadernos, lápices, gomas y ropa. A pesar de que, con muchas dificultades y con la cantidad casi insignificante recibida de la asignación familiar, para quienes el ingreso familiar per cápita es inferior a R$ 77,50 y/o R$ 154,00 mensual, el 94% de la población indígena de Chapecó, nos fue difícil medir o incluso cuestionar el subsidio, pero no así identificar esa pobreza y la importancia de este recurso para sus vidas.

La tierra indígena de Chapecó

En el siglo XVII, los primeros contactos de pueblos indígenas del sur de Brasil, más específicamente del oeste de Santa Catarina, ocurrieron a través de incursiones esporádicas de pioneros y viajeros. Así comenzó una nueva fase en la vida de los Kaingang, marcada por la lucha por la existencia, el aprecio étnico y el reconocimiento de su cultura.

La Tierra Indígena de Chapecó, como entidad autónoma fue aprobada por el Decreto Presidencial No. 297, del 30 de octubre de 1991 y constituye uno de los territorios indígenas más demarcados y regularizados en la región sur de Brasil. Perteneciente a la administración regional de Chapecó, se ubica en la franja fronteriza, entre los municipios de Entre Ríos e Ipuaçu, con una extensión territorial total de 16.623 hectáreas, con una población de 6.623 habitantes, según datos de FUNAI (2016) referentes a Chapecó. La superficie terrestre original demarcada en 1902 era de 72 mil hectáreas.

El municipio de Ipuaçu tiene una población total de 7,262 habitantes, 83% de los cuales están distribuidos en áreas rurales. Este factor se debe a la presencia de la población indígena Kaingang, que (IBGE, 2010) identificó a 3.436 habitantes. Los Kaingang son, por lo tanto, el grupo más grande de votantes, pequeños productores rurales y mano de obra agrícola en el municipio, que tiene un IDH (Índice de Desarrollo Humano) de 0.660. El municipio de Entre Ríos, que tiene un IDH de 0,657, está habitado por una gran cantidad de familias Kaingang y algunas familias guaraníes. Su población es de 2.944 habitantes, de los cuales el 73,1% son rurales y la gran mayoría son indígenas. Tiene un terreno fértil y accidentado, y la mayoría práctica la pequeña agricultura familiar.

La mayor parte del cultivo de la tierra en estos municipios está mecanizada, pertenece a grandes propietarios y a familias de agricultores inmigrantes, lo que se justifica en el promedio del IDH general. Sin embargo, la gran mayoría de los ciudadanos vive en un bajo nivel económico, especialmente los indígenas.

Para servir a toda esta extensión de terreno, Chapecó se articula en torno al trabajo de cinco áreas escolares y de salud ubicados en las aldeas siguientes: Sede, Pinhalzinho y Fazenda São José (que pertenecen al municipio de Ipuaçu), Paiol de Barro y Limeira (municipio de Entre Ríos). En total, hay más de 2400 estudiantes matriculados en las nueve escuelas que atienden a estudiantes del primer al quinto año de escolaridad y dos con educación básica completa, la principal de ellas es la Escuela Indígena Cacique Vanhkre, con aproximadamente novecientos noventa estudiantes matriculados.

Los Kaingang entienden que no pueden mantener sus ojos cerrados en lo referente al tema de la educación, ya que actualmente es uno de los temas principales para las discusiones y reflexiones de las agencias gubernamentales y la sociedad civil y eso ayuda a resolver en gran medida el problema de la pobreza. Su relevancia se debe al hecho de que abarca temas sociales, económicos, políticos y culturales de diferentes países que ven en la educación formal el pilar de los cambios estructurales dentro de la sociedad.

El Subsidio Familiar de Chapecó

El Subsidio Familiar es un programa de transferencia de ingresos para familias en situación de pobreza. El beneficio financiero permite a estas familias acceder a derechos sociales básicos como salud, alimentación, educación y asistencia social. Inicialmente creado dentro del alcance estratégico del macro programa Hambre Cero, el Subsidio Familiar ha sido implementado por el Gobierno Federal desde 2003 y se considera el mayor programa de transferencia directa de ingresos existente en el país.

Según el Ministerio de Desarrollo Social, la pobreza no es un fenómeno aislado y los programas sociales que funcionan por separado tienen diferentes tipos de beneficiarios y una parte importante de las familias está inscrita en un solo programa. En este sentido, el Subsidio Familiar unificó todos los beneficios sociales que ya existen desde el gobierno federal (como el escolar, el de manutención, el de racionamiento y de luz y gas) en un solo programa. Esta medida proporcionó una mayor agilidad en la liberación del beneficio concedido, reduciendo la burocracia y proponiendo facilitar el control de los recursos, lo que garantiza, de alguna manera, la superposición de funciones y el desperdicio de recursos públicos. Con la unificación, sus principales innovaciones resultaron en:

a) a protección de toda la familia en lugar del individuo;

b) el aumento en la cantidad de beneficios pagados;

c) simplificación, al acomodar todos los programas en uno;

d) prácticamente duplicar los recursos destinados a complementar los ingresos del país;

e) la demanda de un mayor compromiso de las familias atendidas;

f) el fortalecimiento de las acciones del gobierno; Articulación Unión, Estados y Municipios.

Como ejemplo de esta pobreza, en el municipio de Ipuaçu en 2016, 525 familias se registraron en el Programa, de las cuales 490 son indígenas. En el municipio de Entre Ríos, se registraron 377 familias indígenas, un total de 867 familias con niños matriculados regularmente y que asisten a la escuela indígena. Además, del Subsidio Familiar, las familias indígenas de Chapecó también tienen otras fuentes de ingresos, aunque menos regulares; trabajar como jornaleros y en contratos temporales, como trabajadores en la agroindustria y en los mataderos de la región.

Asumimos como suposición inicial de este estudio que el Subsidio Familiar colabora para fortalecer el problema escolar en las tierras indígenas, donde el ochenta y cinco por ciento (85%) de las familias indígenas reciben regularmente el subsidio y, para ello, cumplen con las condiciones prescritas por el gobierno federal.

Para la investigación que se presenta a continuación, se entrevistó a treinta familias elegidas al azar de la lista de beneficiarios del Subsidio Familiar en sus hogares. El promedio es de siete a cinco personas indígenas por familia, que viven en la misma casa. Las casas son simples y algunas residencias no tienen baños ni agua corriente. Algunas familias viven en espacios comunitarios en las aldeas, como escuelas y aulas para discapacitados, generalmente en un estado bastante precario. En general, el ingreso mensual de las familias promedia los R$ 590,00 reales, y el beneficio del Subsidio Familiar llega a alcanzar un promedio de R$ 154,00 mensuales.

La investigadora indígena Ana Paula Narciso, maestra en educación, realizó las entrevistas por vivir en el pueblo y al constatar que los niños se benefician directamente del mencionado programa; porque con la ayuda pueden tener acceso a útiles escolares y también a ropa y zapatos, lo que contribuye significativamente para su bienestar en la escuela. Sin embargo, las familias indígenas que reciben este tipo de asistencia son a menudo discriminadas, y los indios se consideran vagabundos y marginados. Pero, de hecho, quienes discriminan desconocen la realidad de estas personas, ya que muchos de los padres de estos niños beneficiados trabajan en empresas y mataderos y también en servicios de trabajo diurno, de modo que, de hecho, puedan satisfacer un poco más las necesidades de sus hijos.

El Subsidio Familiar en la percepción de las familias

Cuando se les preguntó sobre el destino de la aportación recibida, todas las familias respondieron que lo habían usado para comprar alimentos, ropa, zapatos y útiles escolares. También dijeron que era poco, pero que hay buenos lugares para comprar económicamente en Xanxerê e incluso en Ipuaçu. Percibimos la satisfacción de la madre, una mujer indígena que recibe fondos a su nombre por primera vez en su vida y que le hace economizar, buscando alternativas más asequibles para comprar, como en tiendas de hasta todo a R$ 10,00 reales y en tiendas de segunda mano. Tales reflejos también se sienten en la escuela ya que, después de la implantación de la asignación familiar, quedaba material escolar fungible y los estudiantes beneficiados con el programa comenzaron a ser más cuidadosos con el material comprado por sus familias, como así afirman algunos directores.

Sobre la cuestión de si hubo o no una mejora en los estudiantes que se beneficiaron de recibir la ayuda, cuando analizamos las respuestas, descubrimos que todos dijeron que sí, porque con esta ayuda los niños pueden ir más arreglados a la escuela y también más orgullosos de tener sus materiales; a pesar de que preguntar esto, siempre es bastante humillante. Cuando cuestionamos específicamente cómo se sienten sus hijos acerca de recibir la ayuda, descubrimos que no hay diferencia entre los pueblos indígenas, en base al subsidio, ya que la mayoría de los colegas reciben esta ayuda. Es importante enfatizar, en este caso, que cuando reciben esta ayuda, no necesitan esperar a que la escuela ponga a disposición sus materiales, lo que los hace sentirse mucho mejor. En la percepción de los pueblos indígenas, de hecho, esto es muy importante para ellos, ya que logran tener sus propios materiales escolares.

En Subsidio Familiar en la percepción de los docentes

Todos los maestros de las escuelas indígenas de Chapecó que participaron en esta investigación dijeron que conocían el Subsidio Familiar y lo que representa para la escuela y para la educación. En general, se encontró que el Subsidio Familiar, además de contribuir a los ingresos mensuales de los pueblos indígenas; fortalece la presencia de niños y adolescentes indígenas en las escuelas, incluido el regreso de muchos de ellos a la vida escolar, que había sido abandonada.

Cuando se les preguntó si sabrían cómo identificar a los estudiantes beneficiados del programa, todos respondieron que sí. Afirman que pocos son los que no reciben el recurso, y enfatizan que no hay diferencias tanto en el tratamiento como en el resultado, ya que todos reciben el mismo trato en la escuela. Con respecto al rendimiento escolar de los estudiantes que reciben la ayuda, el 100% de los maestros dijeron que no vieron diferencias, precisamente porque la gran mayoría de los niños indígenas viven en condiciones similares y con igual acceso a la educación, especialmente en relación con la educación escolar.

En el discurso de los docentes se puede ver que el Programa contribuyó a mejorar en todas las áreas relacionadas con los problemas de los estudiantes, ya que esta asistencia gubernamental para padres, en manos de madres indígenas, favorece la mejora en la educación y el contacto social. Para los docentes, el programa actúa como una motivación necesaria e importante para mejorar la calidad de la educación y el aprendizaje de los alumnos.

El Subsidio Familiar en la percepción de los estudiantes

Las entrevistas con estudiantes de la Escuela de Educación Básica Cacique Vanhkre, ubicada en Aldea Sede, en Ipuaçu, fueron realizadas por la profesora e investigadora indígena Ana Paula Narcizo, también residente en Chapecó. Cuando se les preguntó si sabían qué era el Subsidio Familiar, la mayoría (90%) respondió que era un beneficio del Gobierno Federal que recibía la madre y que, para no perderlo, tendrían que asistir a la escuela. Muchos de los entrevistados incluso agregaron en broma que es necesario estudiar y aprobar el año, de lo contrario se pierde el beneficio.

Otro 10% de los estudiantes sabe que el recurso está destinado a personas, familias, que reciben menos del salario mínimo. Para el 30%, existe la percepción de que es una ayuda, sin embargo, no están seguros de cómo funciona, solo saben que la madre lo recibe y los hace venir a la escuela.

En un porcentaje más bajo, algunos estudiantes afirman no estar al tanto del programa, pero saben que reciben (10%); dicen que es un programa del gobierno federal que vino a ayudar a los ingresos de las familias más necesitadas de nuestra sociedad (70%). Otros también afirman que es un programa del gobierno federal dirigido a mujeres, para ayudarlas con los ingresos familiares (20%). Cuando se les preguntó qué hicieron las madres con el dinero de la ayuda, la gran mayoría de los estudiantes respondió que además de comprar útiles escolares, compraron ropa y zapatos a bajo precio (80%). Otros dijeron que las madres compran algunos alimentos del mercado; lo cual es poco, pero ayuda mucho (20%). Algunos agregaron que este es el único dinero que reciben las madres.

En este asunto, podemos complementar, con base al conocimiento que tenemos de las familias indígenas de los Pueblos de Chapecó, que la base alimenticia de estas familias está en el consumo de yuca, frijoles, arroz y maíz. La carne es muy rara para la mayoría de las familias, incluso para aquellos que cazan o pescan, incluso por algunas creencias, no se come todo tipo de carne comúnmente consumida por la sociedad no indígena. Sin embargo, parece que la dieta de las familias ha mejorado debido al consumo de carne de pollo y cerdo, en gran parte debido al trabajo realizado por los pueblos indígenas en las agroindustrias, donde cada trabajador recibe una cantidad mensual de carne para consumo familiar. De lo que nos dimos cuenta, como resultado de las entrevistas realizadas para esta investigación, es que el recurso del Subsidio Familiar también se utiliza en la compra de dulces, refrigerios, refrescos, cosas que muestran los medios y que despiertan voluntades y ansias en niños e incluso en adultos indígenas. También descubrimos que todos los estudiantes indígenas, e incluso los maestros, necesitan comer con la ayuda de los comedores escolares, lo que deja mucho que desear. Para muchos niños, esta es la comida principal del día. Por lo tanto, si se facilita el acceso a alimentos poco nutritivos pero asequibles, sin duda se incluirán para compensar la dieta.

Es importante señalar aquí que el aumento en el consumo de alimentos pobres en nutrientes (como dulces y refrescos) puede estar asociado con el aumento de la obesidad, la diabetes y muchos otros problemas de salud no identificados previamente en las aldeas rurales. En general, el problema de los alimentos es un gran desafío para la comunidad, ya sea debido a problemas culturales o incluso a la falta de alimentos necesarios para una dieta saludable, y una investigación más detallada sobre la cantidad de recursos que provienen del Subsidio Familiar sería precisa. La familia promedio consume alimentos poco nutritivos; lo que puede contribuir a dilucidar el origen de este problema.

Cuando se les preguntó a los estudiantes cómo serían sus vidas si no tuvieran acceso al dinero del Subsidio Familiar, cómo podrían tener lo que tienen hoy, los estudiantes dijeron que creían que no podrían tener la mitad de las cosas que tienen hoy (80%) Otros dicen que probablemente tendrían que trabajar un día para ayudar a sus familias (75%). En cuanto al hecho de que el monto del beneficio recibido es suficiente para la familia, todos dicen que no es suficiente porque, incluso recibiendo el beneficio, los padres deben trabajar en obras, como jornaleros, o en los mataderos para mantener a sus familias. Muchos agregan que sus padres no vienen durante la semana, ya que se van a trabajar a Seara, Abelardo Luz, Xaxim, Quilombo y Chapecó, en los mataderos, y solo regresan al amanecer o durante el fin de semana.

Observamos que muchos de estos estudiantes dependen del transporte escolar para llegar a la escuela, y que generalmente se levantan a las 5 de la mañana para ir a la escuela y regresan a sus hogares después de las 2 de la tarde. La rutina es pesada y, por lo general, cuando salen de casa al amanecer, sus padres ya se han ido a trabajar, dejando a los más pequeños al cuidado de sus hermanos.

Identificamos la falta de guarderías en el pueblo, sobre todo porque antes del fenómeno de poder trabajar en mataderos, eran las madres y las abuelas quienes cuidaban a los niños. En Chapecó solo hay dos escuelas para la primera infancia que atienden a unos 120 niños. Sin embargo, la demanda es para más de 600 niños que necesitan este tipo de atención regular, según los líderes y expertos consultados.

Consideraciones finales

Notamos, en el discurso de algunos maestros indígenas, un conocimiento superficial del tema, incluso porque muchos tratan de no involucrarse en este tema, ya que el beneficio es una necesidad casi general en la comunidad. Sin embargo, los maestros entienden que este Programa es esencial en ese momento, y que para la mayoría de los Kaingang es incluso una cuestión de supervivencia.

Hacer una comparación como la realizada en comunidades escolares no indígenas entorno al programa es necesario y aporta una evaluación en la que se considera la opinión de los padres. Los estudiantes de este programa se sienten incluidos en la escuela, aunque a veces intimidados; en las escuelas, los maestros, en su gran mayoría los ve como un grupo de niños mal educados dentro de la escuela y afirman que no han sido preparados para la educación de estas personas que vienen sin ningún conocimiento escolar formal.

En cuanto a los padres de los estudiantes indígenas, cuando comenzamos a hablar sobre el programa, el primer problema que surge es la defensa de su continuidad, y todos están agradecidos por contar con esta ayuda. Aunque no es suficiente, dado que la mayoría de ellos necesitan trabajar en los mataderos o como jornaleros para sobrevivir, el beneficio complementa los ingresos familiares y los ayuda significativamente a mantener a sus hijos. Es por eso por lo que afirman, con vehemencia, que sus hijos lo saben y que, por lo tanto, intentan no perderse las clases.

Por lo que respecta a los estudiantes, la mayoría de los entrevistados, trataron de dejar muy claro que reciben este recurso como algo positivo, y que esta es una ayuda necesaria que los hace sentir bien. Se dan cuenta de lo importante que es esta ayuda para ellos, ya que en realidad pueden comprar las cosas necesarias para asistir a la escuela. Todos comparten la opinión de que para su asistencia a la escuela es esencial mantener el beneficio.

Sabemos que el acceso a los programas sociales puede incluso generar muchas críticas, ya que este tipo de asistencia que se establece en la sociedad brasileña surge como un derecho. Por otro lado, tenemos la confirmación, de diversas fuentes, que favorece la obtención de mejoras en el acceso de la población pobre a los servicios sociales desde la entrada en vigor del Subsidio Familiar, principalmente con respecto al aumento en las tasas de inscripción y asistencia regular de niños pobres a las escuelas.

También observamos que es probable que estos avances tengan efectos futuros más concretos, especialmente en las familias cuyos beneficiarios responsables son más jóvenes. Este grupo se caracteriza, en particular, por una trayectoria que sigue los avances que se han producido en el sistema educativo. A su vez, debemos pensar que los más jóvenes también son los que tienen más probabilidades de revertir la situación de vulnerabilidad, ganando sustento económico fuera del alcance de la transferencia directa de ingresos.

Además, podemos argumentar que el cumplimiento de las condicionalidades del programa debería resultar, para las familias más jóvenes, en ventajas adicionales resultantes del mayor aprecio por la Educación y la constitución de familias más pequeñas, condiciones que aumentan el valor del capital social. Al mismo tiempo, el aumento de la escolaridad apunta a un cambio importante en el concepto de derecho de la familia.

Descubrimos que el Subsidio Familiar motiva la inscripción y la asistencia de todos los niños indígenas en edad escolar. A diferencia de otras escuelas ubicadas fuera de la tierra indígena, los maestros indígenas aceptan y guían más a los niños en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Esto es en gran medida debido al hecho de que los maestros son parientes de los estudiantes o, en cierto modo, conocidos, con conocimiento de la realidad indígena, de las familias de sus estudiantes y, por ello, tratan de ayudar, hablar y mostrar el camino correcto en función de su identidad y cultura; eso sí, no se percibe discriminación o diferenciación en cuanto a la atención a los alumnos beneficiarios del programa u aquellos que no lo son.

Descubrimos, igualmente, que este programa no es la solución al problema social y económico de Brasil, sino que actúa como un complemento necesario e inconmensurable para aquellos que no tienen nada o viven con muy poco. El programa, para la mayoría de las familias indígenas, hace la diferencia. Es fundamental y motivador para los procesos de enseñanza y aprendizaje en las comunidades, porque, según lo informado por las madres, los niños tienen que ir a la escuela y continuar en ella para no dejar de tener este recurso. Del mismo modo, como los alumnos se sienten muy bien, sus madres, al disponer de cierto dinero, pueden comprar muchas cosas, incluidos útiles escolares para sus hijos.

La mayoría de estas madres afirman que nunca habían trabajado más allá del hogar y que este dinero las hizo buscar otros trabajos mejores para poder comprar más cosas para sus hijos. En cierto modo, el beneficio social las empodera, hace que aumente su autoestima y la de sus hijos.

Entonces, en este sentido, desde la perspectiva de los pueblos indígenas Kaingang del oeste de Santa Catarina, el Subsidio Familiar ha contribuido al fortalecimiento del proceso de enseñanza y aprendizaje. Es gracias a este beneficio regular que hoy el 100% de los niños en edad escolar están matriculados en escuelas; el poder de decisión y la aplicación de este recurso financiero se les da a las madres, quienes lo manejan con mucho cuidado.

En el testimonio de los maestros, e incluso de los estudiantes, nos dimos cuenta de que, sin este recurso, no habría tantos estudiantes inscritos regularmente en las escuelas de estas poblaciones. También constatamos que la bienvenida y la motivación de los estudiantes indígenas para aprender y continuar con sus estudios es una constante en el discurso de los maestros, quienes no los discriminan y son sus compañeros, ya que muchos de los familiares de los maestros también dependen de este recurso para para poder permitir que sus hijos estudien, sin tener que sacarlos de las clases para acompañar a sus padres en el campo, en la poda de la yerba mate o en trabajos temporales en otras ciudades, como vender productos artesanales, para poder garantizar su supervivencia.

Debido a la alta tasa de pobreza, el Subsidio Familiar contribuye efectivamente a la mejora del proceso de enseñanza y aprendizaje, considerando la adquisición de contenidos educativos de los beneficiarios, las tasas de deserción, repetición, dificultades con el contenido específico que se enseña en las escuelas y otras actividades. Sin embargo, en un ámbito más amplio, pudimos determinar que, en la percepción de los pueblos indígenas, el beneficio tiene un efecto indirecto en los beneficiarios, aumentando su autoestima y empoderándolos, lo que, de alguna manera, contribuye y fortalece su desarrollo cultural y educativo, algo que ciertamente contribuirá al desarrollo humano de estas poblaciones indígenas.

Para concluir, citamos informe del 6 de noviembre de 2019 de la Revista Veja:

Brasil ha alcanzado un nivel récord de personas que viven en pobreza extrema. En 2018, el país tenía 13.5 millones de personas con un ingreso mensual per cápita de menos de 145 reales, o $ 1.9 por día, un criterio adoptado por el Banco Mundial para identificar la condición de pobreza extrema. Este número es equivalente al 6.5% de los brasileños y mayor que la población de países como Bolivia, Bélgica, Cuba, Grecia y Portugal. Los datos provienen de la Síntesis de Indicadores Sociales (SIS), publicada el miércoles 6 de noviembre de 2019 por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). El número total de personas pobres en el país ha estado creciendo desde que comenzó la crisis económica en 2015. En 2014, el 4,5% de los brasileños vivía por debajo del umbral de pobreza extrema. En 2018, este porcentaje aumentó a un récord de 6.5%. En cuatro años de empeoramiento de la pobreza extrema, otros 4.504 millones de brasileños han comenzado a vivir en la pobreza. Antes de 2012, el récord de personas en extrema pobreza se había registrado en 2012, con 5.8% de los brasileños viviendo en esta situación.

Concluyo este artículo en un momento difícil en la economía y especialmente en el desarrollo de políticas públicas por parte del gobierno brasileño frente a la corrupción y la autonomía nacional vinculadas a los intereses del capital que privilegia a unas pocas personas y aumenta considerablemente las listas de pobreza. La región de Chapecó es próspera y sus industrias y agronegocios también se han desarrollado de manera considerable y no por igual

REFERENCIAS

IBGE. Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística 2019.

MINISTÉRIO DO DESENVOLVIMENTO SOCIAL E AGRÁRIO (MDS). Programa Bolsa Família. Disponível em <http://mds.gov.br/assuntos/bolsa-familia

SECRETARIA DE ESTADO DA EDUCAÇÃO DE SANTA CATARINA, SED/SC. Censo Escolar 2018. Disponível em http://www.sed.sc.gov.br/index.php/servicos/indicadores-educacionais/27183-censo-escolar

PPGPSDR. 2019. RELATÓRIOS TÉCNICOS DOSSIÊ: Políticas sociais – Bolsa Família https://observatorios.unochapeco.edu.br/oppdr/2019/05/21/rt-8-bolsa-familia-em-santa-catarina-e-na-microrregiao-de-chapeco/

VEJA.abril, Revista. Brasil alcança recorde de 13,5 milhões de miseráveis, aponta IBGE, 2019. https://veja.abril.com.br/economia/brasil-alcanca-recorde-de-135-milhoes-de-miseraveis-aponta-ibge/