DYLE Nº 23

Libertar el bienestar común en la educación
Armas Castro Manuel
Resumen: Para libertar el bienestar común en la educación, proponemos realizar un análisis multidisciplinar de los malestares y consensuar propuestas de intervención ecosistémicas, asumiendo el profesorado un nuevo tipo de liderazgo interdisciplinar, compartido en red con los servicios sociocomunitarios.
Palabras clave: Libertar; bienestar común; educación; liderazgo interdisciplinar; salud mental.
¿Cómo puede una persona presa en esa red de actividades rutinarias recordar que es un ser humano, un individuo único, al que sólo le ha sido otorgada una única oportunidad de vivir? (Fromm, 1956).
Estamos en la era de las incertidumbres. Tenemos que repensar nuestras vidas, nuestra relación con el mundo y el mundo mismo. Ojalá esta reflexión global se traduzca en una regeneración de la política, una protección del planeta y una humanización de la sociedad, de la sanidad y la educación. Necesitamos una revolución paradigmática. Substituir los pensamientos simplificadores, parciales y excluyentes, por principios que permitan la emergencia de un pensamiento complejo, capaz de distinguir y reunir antagonismos complementarios (Morin, 2020).
Para conseguir grandes revoluciones, son necesarias muchas pequeñas revoluciones diarias, utopías cotidianas que deben empezar por hacer bien lo que cada uno de nosotros sabe hacer, liberando la belleza de amar con sabiduría recreadora de uno mismo, del entorno y del planeta. La libertad es una conquista diaria individual y colectiva. Gandi nos decía: seamos el cambio que queremos ver en el mundo.
Presentamos en este artículo una propuesta práctica sobre cómo transformar el malestar del alumnado y profesorado en bienestar de la comunidad educativa, partiendo de un análisis multidisciplinar de los malestares que nos permita consensuar propuestas de intervención ecosistémicas para crear entornos saludables en los que merezca la pena vivir.
Para ello necesitamos que los profesores asuman un nuevo tipo de liderazgo interdisciplinar compartido para trabajar en equipo y convocar las redes de profesionales de los distintos servicios educativos, sanitarios y sociales que den respuestas globales con proyectos interinstitucionales para libertar el bienestar común.
Educar en la pandemia de salud mental
Las consecuencias de la pandemia, en la salud mental de los jóvenes, son cada vez más evidentes. Los diagnósticos de trastornos mentales en los niños se han triplicado (Save the Children, 2021). España es el país europeo con mayor número de niños y adolescentes con problemas de salud mental, según UNICEF (2021). La prevalencia de los problemas de salud mental de los jóvenes en Europa es del 16,3%, siendo la ansiedad y la depresión los trastornos que constituyen más de la mitad de los casos.
En el período post Covid los intentos de suicidio subieron un 128% y las consultas por autolesiones y riesgo suicida en las unidades de salud mental y en los servicios de orientación de los centros educativos aumentaron exponencialmente. Según el INE, en 2020, se dieron 314 suicidios de menores de edad.
El sufrimiento de la población infantojuvenil nos está pidiendo a gritos un cambio profundo a nivel educativo y sociosanitario.
La educación y la salud mental son derechos humanos universales. Entendemos por salud mental un proceso de liberación del bienestar con uno mismo, con su entorno y con aportar algo constructivo al bien común.
Educar es humanizar, poner el bienestar de las personas en el centro de todo lo que se hace, acompañar el proceso de liberación personal a través de un proyecto vital único y solidario. La educación es responsabilidad pública, compartida por las familias, por el Estado y toda la sociedad, no sólo por la escuela.
Las escuelas deben ser instituciones capaces de formar a generaciones sucesivas de seres humanos para que sean capaces opinar, deducir, ser críticos y saber elegir el futuro de sus vidas y de la sociedad que les rodea.
La disrupción como oportunidad para el aprendizaje organizacional
A veces la disrupción y los conflictos en la escuela pueden verse como una amenaza para el bienestar común y la inclusión. Foucault, en su análisis histórico sobre el poder, señaló en el origen de instituciones como la escuela, el paso de la punición medieval a la disciplina ilustrada (Foucault, 1996).
Por eso debemos descubrir el malestar que hay detrás de la conducta, escuchar, acoger, acompañar y personalizar el currículo a todo tipo de diversidad, liberando a la escuela de tanto protocolo y rigidez, con una mirada que englobe los sistemas escolar, familiar y social (Armas, M. y Sánchez, L., 2015).
La orientación educativa debe incorporar a la evaluación una manera de mirar los problemas que sea, en sí misma terapéutica, tanto para el alumno como para el centro. Son principalmente las técnicas cualitativas, como la observación en el aula, las entrevistas, reuniones con los equipos docentes y sociosanitarios, las que contribuyen a una forma distinta de explorar el sufrimiento, con una mirada multidisciplinar, más allá de la medicación, si fuera precisa, y el énfasis en las conductas, recuperando el vínculo, la palabra, la subjetividad y la comunicación. Cambiando el sistema para ayudar a las personas. El trato también es el tratamiento.
Las conductas de riesgo suicida no son “llamadas de atención”, son una “petición de ayuda”.
Algunas de las peticiones de ayuda que recibimos en los servicios de orientación educativa pueden ejemplificarse en estas tres viñetas:
Un alumno que repite 2º de la ESO con TDAH: “Hola. Para cuando leas esto, yo estaré muerto o desaparecido. Quiero contar que antes de que me pasara todo esto, yo era feliz. Ahora estoy triste y destrozado y mi familia y mis profesores no me ayudan. En mi primera evaluación me quedaron siete…”.
La carta de otro alumno diagnosticado de Síndrome de Asperger: “Yo tenía un futuro bastante bueno, pero tenía un problema que me impedía ser mejor todavía, que no mucha gente ha querido o sabido entender, solía ponerme nervioso, mis sentimientos eran inestables y no podía controlarme… Al grano. He decido poner fin a mi vida, debido a que no me veo capaz de seguir asimilando los retos de cada día. Así lo prefiero a afrontar situaciones límite y soportar a personas que no me han querido entender… Papá, mamá, perdón por desistir”.
Escribía un alumno de 3º de Educación Primaria, debajo de un dibujo emborronado: “el mundo sin mi estaría bien”.
Las conductas de riesgo suicida no son una “forma de llamar la atención”, son una “forma de pedir ayuda”. Sabemos que las variables que guardan una mayor relación con el riesgo suicida son el sufrimiento psíquico y la desesperanza. Pueden actuar como mediadores en el tránsito de la ideación al acto: la pertenencia frustrada, la sensación de ser una carga para los demás, la falta de conexión y vínculo a otras personas, la capacidad adquirida de hacerse daño y la ausencia de trabajo o proyecto vital significativo (Villar, 2022). Sufrimiento psíquico y desesperanza, reitero.
Ante la sospecha de riesgo suicida, la primera decisión del centro educativo debe ser valorar la posible derivación a los servicios de salud mental y hacer un seguimiento coordinado entre sanidad y educación. De forma complementaria a la intervención sanitaria, que clarifica el diagnóstico, establece el tratamiento y tranquiliza al profesorado y familias, la escuela debe ayudar a identificar los posibles factores de riesgo del ámbito educativo y transformarlos en factores de protección. La prevención del malestar supone una intervención global: educativa, sociocomunitaria y no sólo sanitaria.
Al terminar la entrevista con el alumno/a, garantizándole que se llevarán a cabo decisiones como: elegir un profesor de referencia preferido por el alumno/a para hablar con él ante los conflictos; flexibilizar los criterios de evaluación para tener éxito escolar; recibir apoyo curricular, psicológico y sociocomunitario; mejorar el clima de convivencia positiva en el aula; solemos preguntarle si volvería a hacerse daño y por qué. La respuesta acostumbra a ser “no, porque ahora hay mucha gente que quiere ayudarme”. La percepción final es que necesitan sentirse queridos por alguien significativo, para aprender a quererse a sí mismos, a los otros, al mundo y ponerle palabras a todo ello. La palabra, identifica y da identidad. Y sin olvidarnos también de la mirada cálida de la aceptación de la persona.
Malestar y bienestar docente:
Las situaciones del trabajo que provocan frecuentemente malestar en el profesorado son, entre otros: falta de reconocimiento social; escasez de recursos personales y materiales; conflictos con los compañeros, alumnos, familias, Administración; diversidad de necesidades educativas; falta de motivación e interés del alumnado; sobrecarga de trabajo y ocupación poco estimulante; poca o nula participación en la toma de decisiones; violencia escolar en todas sus formas; falta de apoyo de las autoridades educativas y del sistema social más amplio; excesiva carga burocrática por parte de la administración, sin repercusión en la mejora de la calidad de la educación; ausencia de espacios y tiempo sistemáticos para compartir problemas, saberes, angustias y consensuar un modelo de intervención en red interdisciplinar e interinstitucional.
La mejor forma de promover la salud mental del profesorado es implicando a los docentes en mejorar la salud mental de la comunidad educativa. El profesorado manifiesta su satisfacción con el abordaje sistémico del sufrimiento, en el que se debaten y consensúan las propuestas de intervención, según manifiesta en este correo la orientadora de un IES: “El profesorado del IES me pidió que le transmita su agradecimiento por la charla del otro día. Gustó mucho y aclaró las ideas. Me dicen que no saben por qué no se hacen más actividades de este tipo y que estuvo muy bien. Así que, de parte de todos nosotros, gracias por la implicación, ayuda, el saber hacer y orientaciones. Los alumnos evolucionaron bien y nosotros también”.
La mayor parte de las intervenciones globales eficaces emergen cuando alguien toma la decisión de convocar la red de profesionales sociocomunitarios. El resultado siempre supone optimización de recursos, atención y acompañamiento a las personas más vulnerables y una mayor satisfacción profesional. El trabajo en red y el liderazgo interdisciplinar como nueva función del profesorado para mejorar el bienestar y la formación permanente de la comunidad educativa.
Liderazgo interdisciplinar para libertar el bienestar común
El profesor Antonio Nóvoa (2023) responde a la pregunta: ¿para qué sirven los profesores? Afirma que los profesores sirven para libertar el futuro. El futuro de los jóvenes y el futuro de las sociedades. Pero para que puedan cumplir esta misión, es necesario libertar el futuro de la educación y del profesorado.
Es necesario humanizar la educación, fortalecer y formar a los profesores para que enseñen en libertad y con libertad. Liberarlos de la sobrecarga curricular, burocrática y la falta de autonomía para flexibilizar y personalizar el currículo.
Liberar a la educación de su función clasificatoria y la creciente presión social y obsesión sobre la evaluación, los estándares y el éxito de los estudiantes.
Liberar al alumnado de las formas de violencia institucional presente en la tendencia a la clasificación, sobre-diagnósticos y medicalización generalizada. Superar el modelo biomédico aplicado a la escuela, centrado en el déficit, e implicarnos en un modelo multidisciplinar que desarrolle las capacidades de la comunidad educativa.
Necesitamos afrontar un cambio radical de paradigma educativo para libertar el futuro con un acuerdo por la educación del bienestar universal, superando partidismos, en un marco constitucional estable y revisable. Un acuerdo que dé respuesta a las siguientes cuestiones existenciales: qué sociedad y planeta queremos construir?, que tipo de personas y ciudadanos queremos formar?, sobre qué valores éticos y morales universales debe construirse ese nuevo mundo?, qué currículo y prácticas educativas nos capacitarán para vivir transformando el malestar en bienestar? y qué tipo de profesor/a necesitamos para libertar el futuro, liberar el arte de amar el bienestar personal, social y universal, en medio de la incertidumbre?
Terminamos con la cita de Albert Camus (1953) “En medio del odio me pareció que había dentro de mí un amor invencible. En medio de las lágrimas me pareció que había dentro de mí una sonrisa invencible. En medio del caos me pareció que había dentro de mí una calma invencible. Me di cuenta, a pesar de todo, de que en medio del invierno había dentro de mí un verano invencible. Y eso me hace feliz. Porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra, dentro de mí hay algo mejor empujando de vuelta”.
Hagamos de espejo donde se reflejen los alumnos y vean que tienen esa fuerza propia.
Agradecimientos: a María Esther Díaz Rodríguez, psiquiatra infantil y de la adolescencia, por sus aportaciones a este texto.