DYLE Nº 20

La trascendencia de la educación cívica para la sociedad europea
LA EDUCACIÓN CÍVICA EN ALEMANIA
Ludger Gruber. Director de la Fundación Konrad Adenauer en España y Portugal
Cuando hablamos de educación cívica, estamos hablando de nada menos que de nuestra democracia. La democracia, y me refiero a la democracia auténtica, representativa y parlamentaria, es la forma de gobierno más liberal, justa y, en definitiva, la mejor, pero también la más complicada. Para todos. Tanto para los ciudadanos como para la política activa. Tiene que ser aprendida una y otra vez por cada generación, pero también comprendida, aceptada y vivida por los mayores.
No soy de los alarmistas que ven nuestra democracia en peligro. Pero debemos tomarnos en serio el hecho de que España y Alemania se encuentran entre los solo veinticuatro únicos países que todavía pueden calificarse de democracias plenas. Nuestras democracias no están amenazadas desde el exterior por un Estado imperialista, como es el caso de Ucrania. Nuestros retos residen más bien en la pérdida de confianza en las instituciones y en la política desde dentro, en la indiferencia, la ignorancia, la pasividad y, sobre todo, en una percepción equivocada de lo que es la democracia. Estas son las causas del creciente autoritarismo y populismo.
Les agradezco la oportunidad de aportar hoy una perspectiva internacional, más concretamente alemana. España y Alemania tienen muchas cosas en común con España y, por supuesto, también diferencias. No existe una solución estándar para llevar a cabo una educación cívica. Ella depende de forma decisiva de la historia, del sistema político y de la socialización política de sus ciudadanos. Por eso en mi opinión no se puede copiar simplemente un modelo del exterior, pero conocer conceptos y soluciones si sirve para encontrar los propios enfoques por comparación.
La educación cívica es compleja y conflictiva. Todos conocen los puntos conflictivos: Quiénes son los actores, cómo resolvemos la tensión entre la neutralidad y el aprendizaje de formarse un juicio político, como evitamos el adoctrinamiento ideológico, quién determina el contenido, quién financia etc.?
Estas dificultades se derivan del hecho, de que el concepto de educación cívica trata de unir dos mundos que posiblemente sigan su propia lógica y sus propias leyes: la educación y la política. ¿Esto puede ser viable, puede funcionar?
Mi opinión clara: sí. Es viable. La educación cívica debe unir esos dos mundos o por lo menos contruier puentes entre ellos.
El hecho de que las cosas sean complejas y conflictivas no vale como excusa para no hacerlo. Porque la Educacíon cívica es demasiado relevante. Lo que tienen que hacer los responsables en las instituciones es reducir esa complejidad y hacer operativa la educación cívica. Para ello, necesitamos sentido de la realidad y la percepción de que no existe una solución perfecta válida para todos los tiempos. La educación cívica está viva y es casi tan dinámica como su objeto, la política. Podemos reducir la complejidad pensando en la educación cívica como una cadena de valor en el contexto educativo específico, en la que hay que aclarar tres categorías: Por qué lo hacemos, qué hacemos y cómo lo hacemos.
La educación política es una cuestión de calidad, pero también de cantidad. Necesitamos el mayor número posible de personas políticamente bien informadas y el mayor número posible de ciudadanos activamente comprometidos.
La educación cívica es el puente entre la sociedad y la política, o el aceite lubricante que mantiene en marcha el motor del Estado. Un aceite que hay que renovar una y otra vez.
Y la capacidad de emitir juicios políticos independientes y soberanos es la tarea más importante. Es el fundamento de la libertad humana. La educación política no sirve como bombero que haga retroceder el extremismo y el populismo a corto plazo. La educación política tampoco sirve para inculcar a las personas una determinada actitud sobre un tema de actualidad. No, la educación política es educación, es decir, está orientada a largo plazo a capacitar a las personas para vivir de forma autodeterminada y tomar decisiones políticas propias.
Después del „por qué“, pasemos al „que“. La gente no puede ser demócrata si no conoce los conocimientos básicos y las reglas fundamentales de la democracia. Éstas suelen estar consagradas en la constitución y en los reglamentos de aplicación del sistema político. Los datos sobre el desarrollo histórico del sistema político de un país debería formar parte obligatoria de todos los programas escolares.
Creo que es relativamente fácil llegar a un consenso al respecto. El ejemplo del tema “División de poderes” demuestra bien, que no es suficiente conocer les poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Cuando los alumnos son mayores, también tienen que aprender que las relaciones entre los poderes son mucho más complejas, por ejemplo que hay una división horizontal y otra vertical de las potencias. O que hay otra serie de actores ajenos al sistema político en sentido estricto que están vinculados a él e influyen en la práctica real de la separación de poderes, por ejemplo, los medios de comunicación, las asociaciones etc.
Educación cívica trata de avanzar del conocimiento básico al entendimiento de una realidad política actual, que no solo es compleja. El reto aun mayor para el entendimiento es filtrar de las innumerables informaciones las relativamente pocas, que son confiables y relevantes para formarse una opinión al respeto. Por ejemplo a los temas de la política económica y social, vivienda, sanidad, el objetivo del 2% de la OTAN, etcétera.
Con Educación cívica los alumnos pueden comprender, porque hay manifestaciones en contra o en favor de unas decisiones políticas. Son capaces de ver los valores y los intereses detrás de lo visible y aparente.
Por fin queremos que los ciudadanos comprendan el debate político en los partidos y, especialmente, en el Parlamento. El debate alrededor de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo fue en mi opinión un gran momento del parlamentarismo español. Si yo fuera profesor, convertiría el debate en objeto de unidades didácticas porque de él se pueden extraer muchas cosas a modo de ejemplo.
Ahora: ¿quién explica a la gente lo que está pasando allí ¿Los medios de comunicación? ¿Los propios políticos? Los Partidos? También, pero no del todo. Tiene que ser la educación política, que mejor lo podrá hacer. Pero hay que hacerlo bien.
Y eso me lleva al „cómo

La educación cívica en Alemania tiene su punto de partida en el fascismo, en la ideología nazi y en la desastrosa segunda guerra mundial. A todes, a los poderes victoriosos como a los demócratas de todos los corrientes políticos les unía el objetivo del “Nunca jamás”. Debemos evitar a toda fuerza que el extremismo y el totalitarismo adquieran influencia política en Alemania.
Este objetivo implicaba establecer una amplia educación cívica para todos. Para todos! Por esta razón hay educación cívica en los colegios, en todos los ayuntamientos a través de universidades populares, en las Fuerzas Armadas, en la Policía y sobre todo en la sociedad civil. El siguiente diagrama que muestra la estructura básica de la educación cívica en Alemania.
Tenemos el Leitmotiv de una responsabilidad compartida entre el Estado con su responsabilidad directa en la educación y la sociedad civil. Porque el Estado por sí solo no puede garantizar que la democracia esté viva. Pero da recursos financieros a las organizaciones de la sociedad civil que forman parte del llamado espacio prepolítico, para que también puedan ofrecer educación política.
El diagrama también muestra indirectamente cómo si no resolver por completo el problema de la neutralidad y el adoctrinamiento, pero sí mitigar su efecto. Las ofertas educativas por parte del Estado deben ser neutrales. Importante: Nunca neutral en el sentido de la Ley Fundamental. Si alguien viola la Constitución y sus valores, será sancionado, incluso perseguido. Nuestra democracia debe ser defendible. Hitler y los nacionalsocialistas destruyeron la democracia desde dentro con sus medios legales. Sin embargo, el Estado no debe favorecer a una corriente política que esté en el espectro democrático. Debe permanecer neutral.
Los actores de la sociedad civil por el contrario no son neutrales y no deben serlo. Los que asisten a una formación de la KAS aprenden algo sobre el pensamiento democrático cristiano, en las academias de los sindicatos o de las iglesias conocen otras perspectivas. El pluralismo es la esencia de cualquier democracia y debe poder desarrollarse libremente – pero todos bajo las mismas reglas de la constitución. La ventaja: la diversidad en la unidad se hace posible.
Además de la Constitución, una directriz central para la educación cívica aceptada en Alemania es el llamado Consenso de Beutelsbach. Es el resultado de un debate comparable al que tuvo lugar en España ¿Cómo evitar una ideologización inaceptable, especialmente en la escuela? Además de lo dicho de que la escuela debe ser ideológicamente neutral, hay otras tres reglas que son muy útiles en la práctica:
La prohibición de avasallar a los jóvenes pretende protegerlos de que los profesores tengan una gran ventaja de conocimientos y puedan manipular.

La exigencia de presentar los temas controvertidos de forma controvertida ayuda a objetivar el debate. Así, en relación con el actual debate sobre la amnistía, un profesor tendría que presentar los argumentos de todas las partes.
Y el tercer objetivo repite lo que ya había indicado: la educación política debe conducir a que el joven sea capaz de comprender la política contemporánea al menos en cierta medida. De lo contrario, se quedará al margen y no podrá defender la democracia.
Todavía estamos en el “Como” de organizar la educación cívica. He desarrollado objetivos didácticos que nos han ayudado en mi departamento de formación política a desarrollar sistemáticamente nuestras actividades con docenas de grupos destinatarios diferentes e innumerables temas. Estos objetivos didácticos son: informar, orientar y activar.
Se puede combinar estos objetivos dependiendo de las personas adresadas. En una clase escolar sobre las elecciones europeas, la parte informativa será la más importante, seguida de una parte más pequeña centrada en los valores.
Sin embargo, si quiero trabajar con un grupo objetivo de jóvenes activistas de una organización de la sociedad civil, la parte de la información es menos relevante porque los participantes ya la tienen. Quizás necesitan más formación práctica para planificar proyectos políticos profesionalmente, es decir, aprender temas como la planificación, la operacionalización, el reclutamiento de compañeros de armas, la financiación hasta la estrategia de comunicación.
La conclusión es que la educación cívica no funciona a través de estandards. Es más eficaz cuando está hecha a medida, personalizada e individualizada en la mayor medida posible, es decir, cuando se basa en los conocimientos previos y las necesidades de los participantes. Ésta es también una regla básica de toda educación.
El „qué“ y el “como” de la educación cívica incluye la combinación de conocimientos básicos con la actualidad, es decir, tratar los grandes temas del momento, por ejemplo: Europa con los subtemas „autonomía estratégica“, defensa, política climática o sistema financiero.
Como no todo se puede ofrecer en la escuela, los proveedores de la sociedad civil en Alemania ofrecen muchos seminarios y conferencias sobre estos temas especiales.
El factor decisivo en cuanto al “cómo” es que el grupo destinatario, el tema y el formato didáctico con su metodología deben pensarse de forma integrada. Entonces la educación política es buena y eficaz.
A lo largo de las décadas, muchos instrumentos han seguido evolucionando. Hace 10 años, había pocos formatos digitales que ahora son parte integrante. Existen innumerables formas y combinaciones para conseguir que la gente se interese por la política y le ofrezca una educación de calidad.
Resumo y concluyo.
Tenemos que reducir la complejidad y hacer posible la educación cívica. Para ello, conviene definir el por qué, el qué y el cómo.
La educación cívica es indispensable para la supervivencia de la democracia.
En cuanto al contenido, la educación cívica consiste en una combinación de conocimientos básicos y conocimientos aplicados. Los conocimientos básicos deben reflejarse siempre en la actualidad.
Un marco ético como el Consenso de Beutelsbach, así como los diversos instrumentos, contribuyen a la aplicación operativa de una buena educación.
Por último, pero no por ello menos importante: En la educación cívica no hay una solución perfecta. La educación cívica está viva, es tan dinámica como la propia política y, por tanto, debe ser evaluada y adaptada de forma ágil una y otra vez. Merece la pena: nuestras democracias lo necesitan.
La educación para la ciudadanía como respuesta a los desafíos que afrontan actualmente las sociedades europeas
Victorino Mayoral Cortés Presidente de la Fundación CIVES
Una serie de problemas derivados de los déficits cívicos y democráticos surgidos en muchos países han contribuido a situar a la ECD/EDH entre las prioridades de los diferentes sistemas educativos europeos desde la década de los noventa. Existe en Europa gran preocupación por la desafección política de su ciudadanía, por los comportamientos de indiferencia, baja participación, distanciamiento entre gobernantes y gobernados, comportamientos incívicos, corrupción, conductas intolerantes y violentas, xenofobia, racismo, fundamentalismos, así como por la crisis económica, con sus graves consecuencias sociales de marginación y exclusión de los colectivos más vulnerables y la llegada a Europa de la gran oleada de personas migrantes y/o refugiadas, que se suman a la poblaciones inmigrantes y asentadas. Debido a tales causas, el Consejo de Europa desde su Declaración de Jefes de Estado y de Gobierno de 1997 hasta este mismo año 2017 ha realizado una sostenida promoción de la Educación para la Ciudadanía Democrática y los Derechos Humanos a lo largo de una serie declaraciones, recomendaciones y acuerdos, el último de los cuales ha sido la Declaración aprobada en la Conferencia sobre el futuro de la ciudadanía y la educación para los Derechos Humanos, celebrada en Estrasburgo los días 20-22 de junio de 2017, bajo el titulo ‘Aprender a vivir juntos: un compromiso compartido para la democracia’. Particular relevancia ha tenido la aprobación en 2010 de la Carta del Consejo de Europa sobre la Educación para la Ciudadanía Democrática y los Derechos Humanos, mediante la que este organismo internacional pan europeo crea un marco educativo para promover la educación cívica, la convivencia y la participación activa en todos los ámbitos de la sociedad, otorgándole un lugar prioritario en las políticas educativas nacionales, con su correspondiente reflejo en los planes de estudio y en la organización escolar.
Los resultados de este impulso del Consejo de Europa a la ECD/EDH los podemos comprobar en los sucesivos informes Eurydice, en los que se describen no solamente la generalización de la Educación Cívica entre los países miembros, sino también las diferentes soluciones curriculares que los sistemas educativos europeos han ido adoptando, siguiendo una línea de progreso y expansión de estas enseñanzas. El día 17 de marzo de 2015, como respuesta a los violentos ataques de extremismo y terrorismo, así como para reafirmar la determinación de que Europa se implique solidariamente en el fomento de los valores fundamentales que son cimiento de la Unión Europea, los Ministros de Educación europeos reunidos en París acordaron la ‘Declaración sobre la promoción de la Ciudadanía y los valores comunes de libertad, tolerancia y no discriminación mediante la educación’. Aprobaron las Bases para un Plan de Acción y acordaron luchar conjuntamente contra el integrismo desde las aulas, a través de la promoción de valores como la tolerancia y el respeto a los demás, defendiendo los valores fundamentales de la Unión Europea: dignidad humana, libertad de expresión, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto a los Derechos Humanos. En definitiva, trabajar conjuntamente para que la educación sirva para formar ciudadanos y ciudadanas, sea inclusiva, combata el racismo, desarrolle el espíritu crítico, también en las redes sociales, combata las desigualdades y fomente el dialogo y la cooperación. A finales de ese mismo año, el 15 de diciembre de 2015, el Informe conjunto del Consejo y la Comisión de la Unión Europea sobre el marco estratégico de la cooperación europea en el ámbito de la educación y la formación, estableció las “Nuevas prioridades” para abordar una serie de tareas urgentes, entre las que está la prevención de la radicalización y la violencia.” Los trágicos estallidos de violencia extremista padecidos a principios de 2015 han venido a recordar nos seriamente que nuestras sociedades son vulnerables. La educación y la formación tienen un importante papel que desempeñar al ahora de garantizar que los valores humanos y cívicos que compartimos se preservan y transmiten a las generaciones futuras” También el Parlamento Europeo, en su Resolución de 19 de enero de 2016 sobre el papel del dialogo intercultural, la diversidad cultural y la educación en la promoción de los valores fundamentales de la Unión Europea reconoce que Europa y el mundo se enfrentan a múltiples desafíos ligados a la globalización, las migraciones, los conflictos religioso se interculturales y el auge del vandalismo. Por ello, las instituciones de la Unión Europea deben hacer un análisis más amplio de todas las formas de radicalización e introducir nuevas reflexiones sobre la naturaleza y los procesos del extremismo y la violencia política, “partiendo de la premisa de que la radicalización es un proceso relación al dinámico y una consecuencia imprevista e impredecible de un conjunto de transformaciones.” Por ello, los Estados miembros y la Comisión deben preverlos extremismos: la xenofobia, el racismo y todas las formas de discriminación y marginación, con medidas de refuerzo de la cohesión comunitaria capaces de contrarrestar con éxito las desigualdades sociales y económicas, en las que participen un abanico de agentes: planificadores urbanos, trabajadores sociales, educadores, para combatir el extremismo, garantizar la inclusión social, fomentar el respeto a la diversidad y promover la cohesión comunitaria. El Parlamento Europeo “subraya la necesidad de formar y preparar a las próximas generaciones para resolver con audacia los problemas y afrontar de modo eficaz e innovador los retos que en el futuro se plantearán a los ciudadanos europeos ofreciéndoles una verdadera Educación para la Ciudadanía.” De manera que la educación formal, no formal e informal y el aprendizaje permanente deberían no solo dotar a los alumnos de conocimientos, aptitudes y competencias, sino también ayudarles a imbuirse de valores éticos y cívicos y convertirse en miembros activos de la sociedad, responsables y libres de prejuicios. Para ello es necesario que la educación cívica se inicie a una edad temprana.
También en 2016, durante los días 11-12 de abril, la Conferencia Permanente del Consejo de Europa de Ministros de Educación, bajo el lema ‘Asegurando la democracia a través de la Educación’ acordó el Desarrollo de un Marco de Referencia de Competencias para la Cultura Democrática. Su punto de partida alude al conjunto de retos particulares a los que se enfrente Europa (“en particular el terrorismo y el extremismo violento, el creciente número de refugiados y de migrantes que llegan a Europa, un aumento de la crisis, el aumento del populismo y la puesta en peligro de los valores democráticos como reacción ante ese sentimiento de crisis”) y a la Declaración y el Plan de Acción aprobado en la 125 reunión de Ministros celebrada en Bruselas el 19 de mayo de 2015 sobre “La lucha contra el extremismo violento y la radicalización que conduce al terrorismo”, que establece que “la mejor manera de desarrollar una comprensión de la cultura democrática es a través de la educación”. Merece la pena subrayar la contundencia con que esta Resolución del Consejos de Europa de 2016 define la Educación para la a Ciudadanía Democrática y los DDHH como uno de los fines fundamentales de la educación: “la preparación para la vida como ciudadanía activa en las sociedades democráticas es uno de los principales propósitos de la educación y uno de los objetivos fundamentales de toda la educación para la ciudadanía democrática y los derechos humanos no es solo proporcionar conocimientos al alumnado, sino también dotarlo de capacidad de actuar en la sociedad en defensa y promoción de los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho”. Los Ministros de Educación del Consejo de Europa acordaron los siguientes OBJETIVOS ESTRATÉGICOS en el ámbito de la educación: • “13.Hacer que la preparación para la ciudadanía democrática activa de TODOS los y las estudiantes en la educación y la formación sea un sello distintivo de la calidad e los sistemas educativos europeos y una parte esencial de nuestra respuesta de los retos a los que se enfrenta Europa.” • “14.Proporcionar a TODO el alumnado en educación y formación las competencias necesarias (valores, actitudes, habilidades, conocimientos y comprensión crítica) que les permita participar como ciudadanía activa en sociedades democráticas y diversas, y aumentar las posibilidades de éxito en la vida laboral.” Una gran preocupación ensombrece la conciencia colectiva europea sobre las causas de la violencia y los atentados terroristas que han tenido lugar en París, Londres, Madrid, Bruselas, Barcelona y de los delitos de odio que frecuentemente se vienen perpetrando por delincuentes xenófobos, como el que el 22 de julio de 2011 acabó con la vida a decenas de jóvenes en la noruega isla de Utoya. Como se dice en la exposición de motivos de la Resolución que comentamos, ”centenares de nuestros jóvenes, musulmanes de origen o convertidos, parten para combatir en Siria, en Irak o más allá, en las filas del Estado Islámico. Otros —muy numerosos— se quedan, pero no creen en las instituciones democráticas y, víctimas de la discriminación, se debaten entre el repliegue comunitarista y la exclusión social impuesta. Otros se adhieren a posiciones extremistas, preconizan la violencia y atizan el odio o, simplemente, rechazan el diálogo y la idea de compartir su país con aquellos que son culpables de tener un origen, una cultura, una religión diferente. Frentes estos desafíos la cultura de la democracia debe encontrar aplicaciones concretas”.
Los sistemas educativos europeos están, en cierta medida, fracasando a la hora de proporcionara los jóvenes en sus escuelas los valores en los que se fundamenta la identidad común que creemos compartir. Por ello es preciso actuar planteando avances para hacer más real y efectiva la educación cívica y los derechos humanos incorporando una importante novedad: “La medición de resultados en este campo, a partir de un conjunto de descriptores de competencias concebidos a nivel europeo parece indispensable, con el fin de que los educadores y los responsables políticos puedan identificar aquellos puntos que necesitan esfuerzos complementarios”. En consecuencia, se insta a los Ministros de Educación de los Estados miembros para que procedan a la elaboración de “un cuadro europeo de competencias para una cultura de la democracia y el diálogo intercultural” y les requieren igualmente a que revisen las respectivas políticas educativas y apliquen el cuadro de competencias en todos los niveles del sistema educativo, adaptando los programas escolares y asignando “a la Educación para la Ciudadanía Democrática, los Derechos Humanos, la igualdad de género y el diálogo intercultural (bien sean objeto de una enseñanza especifica o transversal) los medios necesarios”… También se propone un cambio en la formación inicial y continua de los directivos de centros escolares, enseñantes y educadores en lo que se refiere a su capacidad para evaluarlas competencias de los alumnos y las alumnas, así como la incorporación de procedimientos de evaluación y validación que permitan medir el progreso en el aprendizaje teórico y en el logro de comportamientos adecuados. El Consejo de Europa, en su incesante labor de promover el desarrollo de la ECD/EDH aprobó en la Conferencia sobre el futuro de la ciudadanía y la educación para los Derechos Humanos, Celebrada en Estrasburgo los días 20 a 22 de junio de 2017, una Declaración instando a los Estados miembros que renueven su compromiso con la aplicación de la Carta del Consejo de Europa sobre ECD/EDH de 2010, fundamentando tal demanda sobre la preocupación por los serios desafíos actuales a la democracia y los Derechos Humanos en Europa (creciente exclusión, discriminación y polarización en nuestras sociedades; aumento de los discursos populistas y nacionalistas, la desilusión con los procesos de democráticos tradicionales; aumento del terrorismo y del extremismo violento; y el lento progreso en la superación de las barrera a la integración de los inmigrantes y refugiados en nuestras sociedades) y proponiendo, entre otras, como Acciones Clave: “1.Incluir ECD/EDH en las políticas y las practicas nacionales, regionales y locales para educación formal y no formal, incluido el trabajo con jóvenes”. “2.Garantizar la calidad, el suministro equilibrado de ECD/EDH en todas las áreas y tipos de educación, prestando una atención especial a las zonas donde ECD/EDH está menos presente, como la educación preescolar, la educación y la formación profesional y la educación superior”. “5.Uso del marco de referencia de las competencias para la Cultura Democrática en la implementación de la Carta, y lograr los objetivos de la misma”.
“9.Una ECD/EDH integrada en la educación y en las políticas de juventud y el trabajo con jóvenes, incluida como parte de los programas de formación de profesionales de la educación, trabajadores y trabajadoras de juventud, líderes juveniles y facilitadores de las actividades de educación formal y no formal”.