DYLE Nº 12
Han llegado para quedarse: COVID 19 y cambio educativo
J. Eliseo Valle Aparicio
Universitat de València
Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie
Giuseppe Tomasi di Lampedusa
La expansión del virus SARS-CoV-2 desde China alteró profundamente la vida de la humanidad y, en este sentido, todos hemos asumido la certeza de que, en multitud de aspectos -muchos de ellos importantes, y la gran mayoría, con una presencia cotidiana en nuestras vidas-, ya nada volverá a ser como antes.
Previamente a la llegada del virus, el sector educativo estaba más centrado en las clases presenciales que en el aprendizaje digital (eLearning). Sin embargo, la extraordinaria capacidad de contagio de un virus que además era desconocido, forzó a los gobiernos de todo el mundo a cerrar las instituciones escolares y académicas, de modo que el sector educativo, de un día para otro, se vio obligado a enfrentarse al reto de garantizar la continuidad de su labor, y hacerlo con los mayores estándares de calidad, en el marco de unas condiciones que eran nuevas, de desarrollo desconocido y que no habían ofrecido tiempo alguno para su planificación. El cambio abrupto que todos vivimos en marzo de 2020, llevó pues a la migración forzada a sus domicilios tanto del alumnado como del cuerpo docente y administrativo, una situación que afectó directamente a más de mil millones de estudiantes en más de 130 países.
Haciendo de la necesidad virtud, el mundo de la educación no tuvo más remedio que volcarse, en muchas ocasiones sin formación ni vocación, en el aprendizaje digitalizado, una realidad que, lejos de instalarse provisionalmente, todo apunta a que ha llegado para quedarse.
Así, durante la pandemia el aprendizaje virtual experimentó un aumento del 16%, mientras que la formación presencial, con docentes y discentes compartiendo un mismo espacio, observó un brusco descenso. Según Statista, portal de estadísticas para datos de mercado, el 49% de la población estudiantil de todo el mundo afirmó haberse inscrito en un curso en línea durante los últimos 12 meses. Además, el 95% de los estudiantes indicó estar satisfecho con la educación on line, subrayando que el aprendizaje a través de la web es más divertido y les ayuda a retener la información más rápido (Colman, 2021).
Según el VI Estudio Global sobre el Uso de la Tecnología en la Educación del año 2021, en el caso de España se constata cómo antes de la pandemia solo el 58% de los docentes utilizaban herramientas digitales diariamente en sus clases, mientras que, tras el confinamiento, el 83% afirmó haberlas empleado de modo cotidiano. Además, el 89% de los encuestados considera que el uso de las herramientas digitales durante la pandemia mejoró el aprovechamiento de las clases presenciales y/o virtuales, y el 79% recomendaría a sus compañeros iniciar un proyecto digital en su centro. En definitiva, asistimos a cambios importantes, que han tenido lugar en el terreno de la educación de un modo repentino, que han venido provocados por un virus, y que se han verificado a nivel mundial, cambiando el rol y las percepciones sobre el hecho educativo de estudiantes y docentes, y haciéndolo prácticamente de un modo irreversible.
Es cierto que las dificultades existentes para el acceso a internet en determinados sectores socioeconómicos y en ciertos ámbitos geográficos (motivados por factores como la falta de calidad en la señal, la carencia de dispositivos tecnológicos actualizados que respondan a nuevas aplicaciones virtuales, la falta de una infraestructura tecnológica, etc..), permiten concluir que la educación en línea puede ser efectiva en algunos casos y no tanto en otros, dado que la brecha digital, que ya existía entre el alumnado de nuestros centros educativos, se ha manifestado con extraordinaria claridad durante los meses de pandemia. Así, hemos vivido un tiempo en el que se han ampliado las desigualdades educativas, pues la transformación hacia lo on-line y su adaptación ha sido más fácil para unos estudiantes que para otros, y el estudiantado económicamente más favorecido se ha visto más beneficiado, ampliándose también de esta forma la brecha social. Y no ha sido únicamente el factor tecnológico, sino que otras diferencias de oportunidades también se han manifestado claramente en este periodo: pensemos en el espacio y las condiciones para el estudio con que cuentan en sus viviendas los alumnos y alumnas de clase alta, media, baja o la población en riesgo de exclusión. Todas estas desigualdades, que la escuela palía en horario educativo, también durante la pandemia se han mostrado con extraordinaria dureza.
Por otro lado, sabemos también que el confinamiento del alumnado en sus casas ha exigido como nunca de la complicidad de las familias en el proceso de aprendizaje. Y de nuevo aquí surge la desigualdad, ya que, mientras la clase media y alta hicieron una especie de curso acelerado de homeschooling, otros grupos sociales no disponían de los medios, recursos o capacidades para convertirse en maestros de escuela en una semana. Por eso, aunque el virus Covid-19 ha afectado por igual a todos y no ha establecido diferencias por clases ni status socioeconómico, sus consecuencias en el ámbito educativo sí han generado situaciones muy diversas en función de la posición de clase, geográfica y cultural. En definitiva, la pandemia ha generado nuevas desventajas para los estudiantes de los estratos sociales más bajos, dadas sus limitaciones para la continuidad de su educación en sus hogares, mediante la modalidad no presencial.
Además, la situación generada por la Covid 19 ha venido a desmontar el mito de los nativos digitales, condición que se le suponía a la mayoría de nuestro estudiantado. La situación generada a partir de marzo del 2020 ha demostrado que no son tan competentes como algunos autores habían defendido, a la luz de los numerosos problemas que en muchos casos han tenido para adaptarse a las nuevas situaciones de aprendizaje mediadas por las tecnologías. Porque no basta con manejar los dispositivos, sino que es necesario además el poseer competencias adicionales para organizar y autorregular el propio aprendizaje, sin la presencia próxima de los docentes, siguiendo horarios estrictos, en espacios escolares y académicos.
Por otro lado, es evidente que el aprendizaje necesita tutorización, orientación, guía y vínculo y, en este sentido, el profesorado constituye en todo caso un referente fundamental. Y lo cierto es que, lo inesperado de la llegada de la Covid 19 a nuestro país, y la rápida difusión del virus, fueron factores que pillaron fuera de juego a la comunidad docente, que de un día para otro debió trabajar desde casa, sin tiempo a preparar mínimamente las nuevas condiciones. Y en aquel momento, y aún hoy, se constata la existencia de dos elementos que no facilitaron en absoluto la transición abrupta y obligada a la nueva situación, como son la falta de una formación del profesorado en competencias digitales y una integración poco efectiva de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en el aula. Durante la pandemia se ha puesto de manifiesto cómo el planificar, desarrollar y evaluar clases desde los hogares, y en medio de la incertidumbre, ha generado una profunda ansiedad en una gran mayoría de docentes, al enfrentarse a un reto desconocido para el cual, en muchos casos, no estaban preparados.
Las competencias docentes constituyen un elemento fundamental de la educación, pues de ellas depende en gran medida la comprensión y el aprovechamiento que los estudiantes hagan del proceso enseñanza-aprendizaje, y desde esta perspectiva dichas competencias deben responder a la demanda que la formación en cada momento exige. Es constatable que ante la situación creada por la COVID-19, muchos profesores y profesoras se han limitado simplemente a trasladar, sin adaptación alguna, al terreno virtual, las actividades que realizaban en un espacio próximo, presencial. Ello ha provocado circunstancias como el abuso de las videoconferencias, con el error añadido de ser incapaces de ponderar el volumen de información y de modular las tareas actividades que, respectivamente, transmitían y exigían a sus estudiantes, limitando de esta forma las interesantes posibilidades que la tecnología les ofrecía para la realización de e-actividades novedosas por parte de los estudiantes, para el trabajo con diferentes tipos de recursos y sistemas simbólicos, y para la realización de acciones formativas colaborativas. Ahora bien, como señalan Cabero Almenara y Martínez Gimeno (2019), la cuestión no es hacer formación del profesorado en TIC, sino abordarla desde ópticas diferentes a como se ha venido realizando, centrándonos más en aspectos didácticos y metodológicos y menos en instrumentales y tecnológicos.
Igualmente interesantes resultan las reflexiones que realiza Cotino Hueso (2020), cuando subraya que ante la COVID 19 la tecnología no sustituye el contacto que ofrece el método presencial de formación entre docentes y estudiantes, no sustituye las relaciones interpersonales que forjan amistades y experiencias que la virtualidad no brinda. Sin embargo, dado que la situación nos ha venido dada, lo importante es analizar las ventajas aprovechables y las carencias detectadas en el ámbito educativo, y a partir de unas y otras optimizar y mejorar los factores a nuestro alcance.
En definitiva, es evidente que la nueva realidad a la que nos enfrentamos lleva aparejado un cambio o redefinición del rol del profesorado, que va más allá de la adopción de nuevas estrategias docentes. Y la situación creada por la pandemia nos brinda un espacio de oportunidades para dejar atrás elementos obsoletos, avanzando en todas aquellos factores y realidades educativas que nos pueden generar resultados positivos en clave de una mejor educación para nuestros estudiantes. En este sentido, Gayón Mejía (Citado por Toche, 2021), ha señalado que:
“La pandemia vino a revolucionar y a brindar un salto cuántico para descubrir la necesidad de una reforma educativa contundente. Ya no es posible tener profesores del siglo XX, con alumnos del siglo XXI, en un sistema educativo del siglo XIX. Jamás volveremos a lo que se tenía antes. Debemos utilizar y potenciar todas nuestras habilidades adaptativas y de creatividad, para el desarrollo de nuevos escenarios de aprendizaje de nuestros alumnos. De ahí que los cambios más significativos son de orden personal, estructural, de conciencia y de herramientas educativas, dentro y fuera del aula”.
La pandemia ha dado al profesorado la oportunidad de aprender a través de lo vivido, de reinventarse, de repensar la educación del futuro y la labor del docente en ella. La importancia que en la situación de pandemia ha tenido la tecnología, no puede hacernos caer en el error de creer que todo lo resolveremos con mayor presencia tecnológica. Nada más lejos de la verdad, Cierto que la misma es necesaria, pero también debemos abordar, a la luz de la nueva situación, la necesaria redefinición del papel del docente en estos nuevos contextos formativos mediados por las tecnologías, unos escenarios absolutamente novedosos en los que posiblemente ya no sea tan importante su papel como mero transmisor de información, mientras que otros roles y actividades del mismo (diseño de situaciones mediadas de aprendizaje, de tutoría-orientación, etc..) adquieran mucha mayor relevancia.
En cualquier caso, lo importante no es que la formación sea presencial o a distancia, sino que sea de calidad y, aunque la distancia física sea grande, hemos de lograr que la distancia cognitiva sea mínima, pues es esta cuestión la que determina en gran medida la excelencia en la formación.
El desafío que se presenta ante nosotros es, pues, grande; pero como dice el adagio: renovarse o morir
CABERO ALMENARA, A. y MARTÍNEZ GIMENO, J. (2019). “Las tecnologías de la información y comunicación y la formación inicial de los docentes. Modelos y competencias digitales”. Revista de Curriculum y Formación del Profesorado. 23(3), pp 247-268
COLMAN, H. (2021). “¿Cómo la pandemia por COVID-19 cambió la industria de la educación para siempre?”. https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/la-pandemia-cambio-la-industria-de-la-educacion-para-siempre
COTINO HUESO, L. (2020). “La enseñanza digital en serio y el derecho a la educación en tiempos del coronavirus”. Revista de Educación y Derecho. Universitat de Barcelona. 21.
ESTUDIO GLOBAL SOBRE EL USO DE LA TECNOLOGÍA EN LA EDUCACIÓN (2021). https://www.realinfluencers.es/2021/08/26/vi-estudio-sobre-el-uso-de-la-tecnologia-en-la-educacion-de-blinklearning/
TOCHE, N. (2021). “Tras la pandemia, revaloran profesión docente, revela estudio”. https://www.pressreader.com/mexico/el-economista mexico/20210914/281560883920566