Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº3

DYLE Nº3

Entrevista

Entrevista a Javier Gállego Diéguez, experto en Educación para la salud

Fernando Andrés Rubia

Director revista DyLE

Javier Gallego Diéguez nació en León y es médico especialista en Salud Pública y Máster en Promoción y Educación para la Salud por la Universidad de Perugia (Italia). Forma parte del equipo SARES (Sistema de asesoramiento y recursos en Educación para la Salud) de salud pública del Gobierno de Aragón. En 1996 impulsó la Red Aragonesa de Proyectos de Promoción de Salud y en 2009 la Red Aragonesa de Escuela Promotoras de Salud en la que se integran 178 centros educativos. Es colaborador de los Ministerios de Sanidad y Educación y de la Organización Panamericana de Salud

En primer lugar, explícanos por favor, qué es la educación para la salud y cómo se integra en los diferentes niveles educativos.

La educación para la salud no consiste en enseñar aspectos sanitarios o relacionados con las enfermedades. La educación para la salud es aprender a cuidar de uno mismo, cuidar de los demás y cuidar de nuestro entorno. Se resaltan las dimensiones personal, relacional y ambiental que permiten un enfoque globalizador y en espiral del currículo. La salud no es lo mismo que la ausencia de enfermedad, implica un bienestar relacionado con los determinantes de la salud como la alimentación, la actividad física, la sexualidad, las relaciones interpersonales, el entorno saludable, seguro y sostenible, el autoconocimiento y el bienestar emocional. El centro educativo puede ser un verdadero centro de salud donde se viven experiencias coherentes con la salud y se hace una reflexión crítica sobre los determinantes sociales de la salud. Desde este enfoque la salud se integra en la vida y actividades diarias de los centros educativos. Abordar la salud en un centro educativo no consiste en trabajar muchos contenidos conceptuales, sino partir de la vida cotidiana del alumnado, para desarrollar una mentalidad crítica y analizar los valores y actitudes que hay detrás de los determinantes personales y sociales de la salud.

¿Crees que la escuela y el profesorado da a la educación para la salud la importancia que le corresponde en la formación del alumnado?

Nuestra sociedad considera la salud un valor muy importante, pero muchas veces desde una concepción medicalizada, enfatizando solamente los aspectos biológicos o de prevención de la enfermedad, e incluso desde una visión consumista asociando el uso de determinados productos con la consecución de la salud, lo que se ha denominado el salutismo. La salud es un recurso para la vida y no la finalidad de la misma. La promoción de la salud busca que las personas aumenten el control sobre los determinantes de la salud, de manera crítica, reconociendo la responsabilidad personal y social sobre las condiciones de vida. Hoy sabemos que la esperanza de vida esta condicionada por las desigualdades sociales que tienen que ver con el nivel socioeconómico, el género, la procedencia, el territorio, el nivel educativo, entre otros. Los centros educativos pueden aportar recursos y activos para la salud para que el alumnado pueda responder a los retos del entorno. Estos activos para la salud pueden venir del apoyo entre iguales, del desarrollo de habilidades para la vida (emocionales, cognitivas y sociales) y de un entorno que facilite un crecimiento armónico. Así como la prevención y atención a las enfermedades es una tarea del sistema sanitario fundamentalmente, la promoción de la salud es una tarea de todos los sectores, y en especial del sistema educativo porque proporciona herramientas, capacidades y experiencias que van a permitir desarrollar una capacidad crítica y tomar decisiones saludables a lo largo de la vida.

Teniendo en cuenta las diferentes etapas educativas y edades, ¿qué prioridades se deberían abordar desde los programas educativos de salud?

La sociedad actual es más compleja y no es suficiente con facilitar unas orientaciones o conocimientos sobre determinados aspectos de salud. Por tanto, es importante que el alumnado desarrolle unas habilidades y una mentalidad crítica y creativa para analizar su contexto y tomar decisiones en la vida cotidiana relacionados con los determinantes de salud en la sociedad actual. La educación para la salud esta ligada a fomentar las competencias lingüística, digital, social, científica, cultural y la capacidad de aprender a aprender.

La infancia y adolescencia en España tiene unos buenos niveles de salud y una buena esperanza de vida. Esto ha sido posible, gracias a la mejora de las condiciones de vida (alimentación, vivienda, educación, empleo, acceso a recursos, …) en las últimas décadas. Existe el reto de mejorar la salud emocional y social de la infancia y adolescencia y aumentar la esperanza de vida en buena salud. Asegurar una educación inclusiva favorece el bienestar emocional y la convivencia. La alfabetización digital y audiovisual es clave en la sociedad del conocimiento y también para la salud. No se trata de poner el acento en los riesgos. Internet y las redes sociales pueden ser un activo para la salud para mejorar la socialización y el desarrollo de una autoestima ajustada. Desde un punto de vista salutogénico, que genera salud potenciando los recursos y talentos que tienen las personas y comunidades, más que desde una mirada que solo observa los déficits o factores de riesgo, podemos plantear, por ejemplo, la importancia de crear un clima que favorezca la ciberconvivencia y no solo prevenir el ciberacoso. La importancia de llevar una vida activa frente al sedentarismo sería otra prioridad. Es conveniente promover una actividad física adecuada a las preferencias personales, donde primen los aspectos lúdicos, cooperativos y sociales, frente a proponer solo actividades deportivas competitivas y no inclusivas. Las experiencias de los recreos divertidos y la gestión de patios diversificados facilitan el desarrollo de una vida activa para todos los escolares y ayuda a promover la equidad de género. La educación integral de la sexualidad también es una prioridad para promover el respeto, la convivencia y una sociedad más igualitaria que tenga en cuenta la diversidad sexual. El abordaje de la prevención de las adicciones es importante no centrarlo solamente en las sustancias, sino enfatizando las necesidades personales y el entorno social. El fomento de las habilidades para la vida, la reducción de las creencias normativas (sobre lo que los propios adolescentes consideran normal) y el desarrollo de alternativas de ocio con la participación de los jóvenes son buenas maneras de reorientar la actuación educativa.

¿Cuenta el profesorado con la formación adecuada para incorporar esta área a su tarea como formador?

El paso inicial es que el profesorado considere que fomentar la salud de su alumnado está totalmente relacionado con su rol educativo. No se trata de asumir funciones sanitarias sino de incluir las competencias sobre salud en las programaciones educativas. Cada vez más, los docentes consideran que estos aspectos están integrados en su trabajo cotidiano. El fomento de la educación para la salud no se realiza con expertos que puntualmente aborden estos temas con el alumnado. Tienen que existir procesos continuados que estén integrados en el proyecto educativo, en las programaciones y en la acción tutorial. Como dicen Juan Carlos Melero, psicólogo especializado en la prevención de los consumos de drogas, el mayor experto para trabajar con los chicos y chicas el reto de los consumos de sustancias (y también de pantallas y redes sociales), no es un especialista que viene de fuera, sino el profesorado que conoce las características del grupo de alumnado, tiene una relación continuada y promueve un vínculo positivo.

Desde el momento que se asume que el centro educativo puede ser un centro promotor de la salud, empieza a surgir la necesidad de innovar para responder a nuevas situaciones y a la vez de institucionalizar los modos que son más efectivos, que responden al contexto del centro y permiten la sostenibilidad de las iniciativas. Las necesidades de formación están ligadas a plantear metodologías participativas para conseguir la implicación del alumnado y partir de las situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, el método de aprendizaje servicio puede ser muy adecuado. También supone desarrollar proyectos ligados a las necesidades y activos para la salud, relacionados con los contenidos curriculares y el desarrollo de las competencias clave. En el currículo de educación primaria y de secundaria hay muchos contenidos relacionados con la salud, pero es importante abordarlos en sintonía con las experiencias y vivencias del alumnado, destacando los valores, las actitudes y la toma de decisiones en la vida cotidiana.

Nos encontramos con un profesorado preocupado no solo por la formación sino también por la gestión de la salud en los centros.

Hay preocupación por la presencia de escolares con enfermedades crónicas en el aula. Nuestro país tiene un buen sistema sanitario, sobre todo con la red de centros de salud. En España se dejaron de realizar los servicios tradicionales de medicina y enfermería escolar en los años ochenta del siglo pasado. Las funciones que realizaban los equipos de salud escolar, especialmente los exámenes de salud y la vacunación fueron asumidos por la red de centros de salud, donde los equipos de atención primaria atienden las necesidades sanitarias.

Hay que resaltar que la tarea de un centro educativo es fomentar las capacidades y los activos para la salud de todo su alumnado. La clave es favorecer la integración de todos los escolares, independientemente de sus capacidades funcionales. Esto facilita el aprendizaje ayudando a comprender las diferencias personales, y que no existe la “normalidad” entendida como una concepción uniformadora y homogénea de los diferentes escolares. Esta situación puede ser utilizada para favorecer el respeto y la convivencia. También ayuda a entender el funcionamiento y limitaciones de nuestros cuerpos, promueve el autoconocimiento y la aceptación de nuestra imagen personal, y la necesidad de aprender a cuidarnos y a cuidar de las personas de nuestro entorno.

Los niños y las niñas que tienen una enfermedad crónica o discapacidad deben tener un entorno que les facilite la relación entre sus iguales. No se trata de medicalizar la vida en el centro, todos tienen ya un tipo de tratamiento propuesto por los servicios sanitarios. El profesorado no tiene que realizar tareas sanitarias, sino que tiene que actuar como tutor de sus escolares, sustituyendo temporalmente a su familia. Habitualmente los profesionales sanitarios de atención primaria pueden facilitar un asesoramiento al profesorado para realizar esta función de tutor.

¿Qué es la Red de Escuelas Promotoras de Salud y en qué comunidades autónomas se ha desarrollado?

Una escuela promotora de salud es un centro que prioriza en su proyecto educativo la salud y el bienestar de su alumnado y de toda la comunidad educativa. Esto implica que plantea modelos saludables que tienen que ver con la organización y metodología de trabajo, con la implicación del claustro y la participación de las familias para crear entornos favorecedores. Implica un compromiso del centro para integrar la promoción de la salud en la vida y dinámica del centro. En Aragón tenemos la Red Aragonesa de Escuelas Promotoras de Salud (RAEPS) desde hace más de 10 años. Cada curso hay una convocatoria de integración en la Red, mediante un sistema de acreditación que es validado por la comisión mixta salud-educación que coordina las iniciativas conjuntas entre la consejería de Educación y la de Sanidad. El centro educativo asume un compromiso de tres años para integrar en las normas del centro y en la programación educativa la promoción de la salud de la comunidad escolar. Esto implica la existencia de un equipo de trabajo con implicación del profesorado, las familias, el alumnado y entidades externas como el centro de salud. En la actualidad más de un tercio de los centros educativos que imparten la educación obligatoria están integrados en la Red de Escuelas Promotoras de Salud. Cada Escuela Promotora parte de un análisis de situación del centro y su entorno, de los comportamientos sobre la salud (alimentación, actividad física, bienestar emocional, convivencia, consumos de pantallas, etc.) y realiza iniciativas que tienen que ver con la organización del centro, la programación educativa, la acción tutorial, la colaboración con las familias y la relación con el entorno. Una escuela promotora de salud utiliza metodologías vivenciales, participativas e innovadoras. Pone en práctica una educación inclusiva que tiene las máximas expectativas sobre su alumnado, y es una escuela abierta a las familias y a su entorno. Existe una Red Europea de Escuelas por la Salud, en España hay otras comunidades con trayectoria (Canarias, Cantabria, Navarra, Asturias, etc.) y el Ministerio de Educación ha establecido un Plan estratégico de salud escolar y estilos de vida saludable que incluye el desarrollo de las Escuelas Promotoras de Salud.

¿Hay suficiente colaboración entre la atención primaria de salud y los centros educativos?

En España hay una buena red de Atención primaria, con profesionales de medicina y enfermería familiar y comunitaria, también hay pediatras y enfermeras de pediatría que atienden de manera continua y longitudinal la salud de la infancia y adolescencia. Los centros de salud no solo atienden de manera individual, también se realiza una atención comunitaria con los centros y servicios que hay en la zona que cubre el equipo de atención primaria. La colaboración puede empezar siendo puntual ante determinadas situaciones, pero puede ser continuada realizando actuaciones y proyectos conjuntos. Los profesionales sanitarios de atención primaria pueden asesorar al profesorado, formar a las familias, participar en el análisis de situación y también en la evaluación de la promoción de la salud en la escuela. Lo más importante es crear una alianza entre los centros de salud y los centros educativos que promueva mensajes coherentes y conjuntos trabajando en el mismo territorio y comunidad. Este proceso de colaboración es gradual y es importante que los equipos de trabajo interdisciplinares utilicen el saber del profesorado acerca del alumnado y los conocimientos de los profesionales sanitarios