DYLE Nº 12

El museo y parque arqueológico cueva pintada (Gáldar, Gran Canaria): Un escenario histórico al servicio de la comunidad educativa
Carmen Gloria Rodríguez Santana
Resumen: El Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Gáldar, Gran Canaria) asume con convicción y sensibilidad la función educativa de la institución. Los cuatro pilares sobre los que la asienta: la planificación, el diseño de programas, la evaluación y la consolidación de equipos de trabajo interdisciplinares.
Palabras clave: Museos – Programas educativos – Evaluación en museos – Interdisciplinariedad
El ejercicio profesional en un museo, al igual que en casi todas las disciplinas, está marcado por muchas incertidumbres, pero en la corta vida del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Gáldar, Gran Canaria) –apenas 15 años– sí se ha logrado alcanzar algunas certezas. Una de ellas es que la función educativa del museo debe asentarse sobre unos pilares que –aun a riesgo de semejar un lugar común– enunciamos con rotundidad: la planificación estratégica, el diseño de programas, la evaluación y la consolidación de equipos de trabajo interdisciplinares.
Hace algún tiempo, reflexionaba sobre el binomio Museos y Educación (Rodríguez, 2012), evocando cómo la función educativa del museo se ha asumido, en primer lugar, como un mandato legislativo; así se contempla en los artículos referidos a estas instituciones en las distintas leyes nacionales y autonómicas que regulan el Patrimonio Histórico, o el Patrimonio Cultural, y, en el caso de algunas comunidades autónomas, los museos, los parques arqueológicos, los espacios naturales… Esto evidencia que nadie parece dudar de las bondades de la visita a un museo para instruir. Sin embargo, sabemos bien que más allá del mandato son necesarias la convicción y la sensibilidad. Éstas se han hecho esperar pero ya son muchas las instituciones que demuestran la decidida voluntad de jugar un papel destacado en la formación integral de las personas que traspasan las puertas de un museo, sea a través de un umbral tangible, sea a través de ese cada vez más transitado ciberespacio que, tras la pandemia de la Covid-19 ha conocido un desarrollo extraordinario; muy desigual en cuanto a calidad de las propuestas, pero, sin duda, sorprendente.
Esa convicción se percibe cuando la educación dentro del museo se materializa en el organigrama de la institución, en la dotación presupuestaria, en los recursos humanos adscritos, en las infraestructuras… en suma, en un protagonismo y visibilidad reales. Este es el caso de Cueva Pintada que, además, se nutre de las demandas de una comunidad educativa (en suma, de una sociedad), cada día más consciente de su derecho a apropiarse de los lugares en los que reside la Historia.
Pero volvamos a esos pilares a los que aludía en el primer párrafo. La planificación estratégica hunde sus raíces en el Proyecto Museológico, culminado en el año 2002. En él se sentaron las bases de lo que aspiraba a ser el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada y uno de sus volúmenes recogía el Proyecto Educativo del Museo, en el que se trazaron los fundamentos teóricos y las líneas de actuación que han permitido defender, a lo largo de los años, una forma de concebirla transferencia del conocimiento científico y, no menos importante, una forma de disfrutar del caserío del antiguo Agáldar indígena y colonial (Rodríguez et al. 2015). Esos fundamentos han permitido articular una propuesta de programas que se divide en dos grandes ramas. Aquellos dirigidos a todo tipo de públicos, desde el familiar al experto, y los destinados a la comunidad educativa, desde la educación infantil hasta la universitaria. Los programas públicos y educativos constituyen, pues, las vías naturales para transformar la zona arqueológica de la Cueva Pintada de Gáldar en escenario de experiencias de variada naturaleza y para públicos muy diversos. Ambas líneas se trabajan de forma equilibrada, dotándolas de singularidad y buscando la innovación en los formatos. En este contexto, los programas educativos buscan dar respuestas a distintas áreas de conocimiento más allá de las estrictamente vinculadas con la Historia y siempre intentando sacar el máximo partido a la experiencia “en sala”, aunque en este caso, esa sala sea un poblado canario-amazige de casi 5.000 m2 (figura 1). Para cada etapa educativa, los programas pueden ser básicos (generalmente, la visita al espacio museístico) o de profundización. En este último caso, el profesorado asume propuestas que implican estar varias horas en el museo y trabajar los contenidos en el aula. Algunos ejemplos:
Figura 1. Desarrollo de la actividad “Urban Sketchers” en el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada con motivo de la celebración del Día Europeo del Arte Rupestre (9 de octubre). Foto: Gustavo Martín – MPACP.

La arqueología en Cueva Pintada: de la excavación a la vitrina. Un acercamiento a la vida social de los objetos, a su “itinerario” desde que son recuperados de las entrañas de la tierra hasta que tienen el privilegio de tener otra vida, encerrados en una vitrina del museo y la responsabilidad de mediar entre pasado y presente.
El i-Lab Cueva Pintada – Laboratorio para el aprendizaje profundo de la Historia. Un espacio físico atractivo en el que iniciar una experiencia de aprendizaje colaborativo, en el que se utilizan dispositivos móviles y se recorren todos lo espacios del museo y parque arqueológico. (Figura 2).
El programa que gira en torno a la propuesta editorial Las aventuras de Arminda. Una serie de cuentos –con una adaptación dramatizada con títeres– que recogen las peripecias de una niña de la sociedad indígena y los personajes que la acompañan (figura 3).
En los meses de pandemia que trajeron el silencio y la usencia de escolares al museo y parque arqueológico (¡cuánto se han echado de menos!), se siguieron dos estrategias para seguir en contacto con el profesorado y el alumnado: trasladar las propuestas a los centros de la mano de una parte del equipo educativo (lógicamente, en los momentos de menor incidencia de la pandemia) y, también, desarrollar programas en línea, lo que permitió llegar al alumnado a través de las pantallas (figura 4). En este caso, fue necesario desplegar un modesto, pero muy eficaz, set de producción para combinar vídeos de corta duración, instrucciones para el desarrollo de los talleres, presentaciones, visitas virtuales al yacimiento… en definitiva, todo lo necesario para dar dinamismo a las propuestas planteadas y lograr que ese momento de conexión con Cueva Pintada fuera también un respiro a la rutina que impuso el seguimiento del protocolo Covid-19 en los centros educativos.

Figura 2. Dos alumnas realizan una tarea en el interior de la cámara decorada en el marco del programa i-Lab Cueva Pintada. Foto: Gustavo Martín – MPACP.
Es importante señalar que todos los programas incorporan los ejes transversales, entre los que destacan la igualdad, las estrategias digitales, la inclusión y la sostenibilidad. De hecho, uno de los programas más demandados durante la pandemia fue Descubriendo (en femenino) Cueva Pintada, que intenta no sólo visibilizar a las mujeres indígenas y coloniales sino también desgranar, y cuestionar, el modo en el que el museo piensa y representa a las mujeres del antiguo Agáldar. En este mismo eje se inscribe el programa ya mencionado en torno a la figura de Arminda que un grupo clase de educación infantil del CEIP Fernando Guanarteme (Gáldar) trabajó a lo largo de un curso y culminó con la visita a Cueva Pintada, tanto niñas como niños insistieron en vestirse de Arminda, la protagonista risueña, inteligente y audaz. Era, sin duda, la mejor opción entre todos los personajes y la naturalidad con la que se asumió permite confiar en un futuro en el que la igualdad no sea una lejana utopía (figura 5).
En lo que se refiere a la evaluación, ésta recorre de forma transversal todas las funciones del museo (Asensio et al., 2010). En lo que atañe a los públicos, desde el año 2006 se lleva a cabo un plan de evaluación ininterrumpido que aborda desde los aspectos más habituales (los perfiles de público o la satisfacción y calidad percibida) hasta otros que no lo son tanto: la comprensión de los mensajes expositivos o la evaluación de programas (Asensio et al., 2021, Asensio et al, 2012b). Las herramientas también son diversas y destacan aquellas que utilizan recursos tecnológicos o las cualitativas a partir de programas que se desarrollan en todo el espacio museístico. Estos estudios de público, realizados en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid y coordinados por el Mikel Asensio, se asumen como la mejor vía para tener la información necesaria para reconducir los programas, planificar y definir las estrategias de futuro.
Todo lo desgranado en las líneas precedentes se sustenta en un trabajo en equipo integrado por personas con perfiles profesionales muy diversos. Aunque la interdisciplinariedad no parece ser cuestionada hoy en día, hay que “pelearla” en los museos puesto que no se trata sólo de enunciar el principio, sino de asumirlo de forma integral. No cabe duda de que hay que trabajar codo con codo con todos los departamentos de la institución, también con personal universitario, empresas vinculadas a la educación en los museos o el profesorado de los centros educativos… y también con todas aquellas personas cuya profesión aporta perspectivas enriquecedoras desde el teatro, la educación social, el diseño gráfico, la ilustración, la animación socio-cultural… En esta estrategia coral, va cobrando fuerza la participación de los distintos grupos a quienes se dirigen las acciones educativas, más allá de las estrictamente “disciplinares”. Escuchar a las personas, a las familias, a los colectivos… para conocer sus expectativas, incorporar sus propuestas y tener en cuenta las valoraciones cualitativas de los programas. Ahí está el nuevo reto del museo y parque arqueológico: consolidar la coproducción de programas educativos

Figura 3. Un instante en la presentación del cuento “Arminda y el ataque del corsario”, tercero de la colección “Las aventuras de Arminda”, escrito por Alexis Ravelo, con ilustraciones de Álex Falcón. Foto: Gustavo Martín – MPACP.

Figura 4. Alumnado del IES Cruce de Arinaga en su aula durante el desarrollo de una actividad en línea desde Cueva Pintada. Tercer trimestre del curso escolar 2019-2020. Foto: Ángel Medina G. – MPACP.

Figura 5. Visita al museo y parque arqueológico del alumnado de educación infantil del CEIP Fernando Guanarteme (Gáldar). Foto: Gustavo Martín – MPACP.
BIBLIOGRAFÍA
ASENSIO BROUARD, M.; MAHOU, V.; RODRÍGUEZ-SANTANA, C. G. y J. I. SÁENZ SAGASTI (2012a): “¿Que entienden los visitantes de nuestro mensaje expositivo? Una evaluación en el MyPACP”, Empoderar al visitante: proceso, progreso, protesta. Comité Internacional para la Museología del Consejo Internacional de Museos (ICOM/UNESCO). Pp. 89-102. Paris.
ASENSIO BROUARD, M.; RODRÍGUEZ SANTANA, C. G. y J. I. SÁENZ SAGASTI (2012b): “Evaluación de programas públicos y educativos del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada”. En Museos y Educación. Series de Investigación Iberoamericana en Museología (SIAM), vol. 2. Pp. 31-79.
ASENSIO BROUARD, M; ONRUBIA PINTADO, J.; RODRÍGUEZ SANTANA, C. G. y J. I. SÁENZ SAGASTI (2010): “Una gestión patrimonial perseverante e innovadora. Cuatro años de andadura del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Gáldar, Gran Canaria)”. Patrimonio Cultural de España, 4. Pp. 165-177.
RODRÍGUEZ SANTANA, C. G.; ONRUBIA-PINTADO, J y J. I. SÁENZ SAGASTI (2015): “El compromiso didáctico del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada (Gáldar, Gran Canaria): una cuestión de responsabilidad hacia públicos cada vez más directos y participativos”. Actas AR&PA. IX Congreso Internacional. Sociedad y Patrimonio. Pp. 18-31.
RODRÍGUEZ SANTANA, C. G. (2012). “Introducción al volumen Museos y Educación”. En Museos y Educación. Series de Investigación Iberoamericana en Museología (SIAM), vol. 2., Pp. 29-35