Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº 19

DYLE Nº 19

Columna

El centro educativo, clave en la formación de maestros

Aleix Barrera Corominas

Profesor del Departamento de Pedagogía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona

El reciente informe de la UNESCO “Reimaginar juntos nuestros futuros: un nuevo contrato social para la educación”, publicado en 2021, sostiene que el desarrollo profesional de los docentes debe ser una progresión, que avance desde la formación inicial, que debe incluir experiencias de campo supervisadas, una formación de inducción, en el que toma protagonismo la mentoría y el desarrollo en el puesto de trabajo, y una formación para la carrera profesional, vinculado a la formación permanente y aprendizaje continuo que se produce a través de las actividades diarias que desempeña el profesorado.

En Catalunya, tal y como analizamos en el número 61 de la revista Fórum, se ha querido avanzar en esta línea diseñando y validando un marco de competencias profesionales docentes, contextualizado en el territorio, cuya finalidad debe ser la de identificar las competencias que el docente debe tener en cada una de sus diferentes etapas formativas. Más allá de que el modelo sirva para orientar al profesorado en la construcción de su propia identidad docente y diseñar su propia carrera profesional, este también ha servido para poner de relieve el importante papel que desempeñan los centros educativos en el desarrollo profesional docente.

Si bien es cierto que no es una idea nueva, puesto que Gairín en su obra de 1996 titulada “Organización escolar: contexto y texto de actuación” ya destacaba la importancia de que los centros educativos avanzaran en crear espacios de diálogo, reflexión compartida y colaboración entre los equipos docentes, sí que resulta novedoso que la administración tome la iniciativa para promover que eso sea una realidad.

La creación del programa de inducción Sensei en Catalunya, que ofrece acompañamiento y apoyo al profesorado novel en el inicio de su carrera profesional mediante la mentoría y un programa formativo basado en seminarios, experiencias prácticas, reflexión, co-docencia y feedback constante es una buena noticia. A falta de ver cuáles son los resultados e impacto del programa sobre los participantes, así como en los centros educativos que actúen como residencia, podemos felicitar a los impulsores de la iniciativa, pues permite avanzar en la línea que han hecho otros sistemas educativos de nuestro entorno.

Sin embargo, quedan todavía algunos puntos vinculados a la organización y gestión de os centros educativos que deben ser tomados en consideración si queremos que esta innovación se consolide, y no quede como una mera experiencia:

Se debe potenciar en los centros educativos la cultura de auto-evaluación y reflexión sobre la propia práctica como herramienta de mejora continua; el programa Sensei incorpora estos aspectos en su concreción, pero no todos los centros educativos tienen incorporados estos procesos en su quehacer diario.

La autonomía de los centros educativos debe contribuir a fortalecer los equipos docentes a través del desarrollo de sus profesionales; la realidad es que la autonomía se ha percibido en muchas ocasiones como una vía para diferenciarse de otros centros, y no tanto como una oportunidad para crear equipos docentes que trabajen de forma colegiada.

Los equipos directivos deben de los centros deben estar preparados y formados para asumir un rol de gestor de personal y facilitador del desarrollo profesional; en este aspecto, si bien se ha avanzado en la formación de los directivos para que asuman el liderazgo pedagógico de los centros educativos, poco se ha hecho para formarles como mentores y facilitadores del desarrollo profesional de sus equipos.