DYLE Nº 11

El hábitat. Un nuevo desafío educativo
Marta Aja Cobo
Profesora de Filosofía
Marta Marina González Pérez
Profesora de Música
Nazaret Pinos Fernández
Profesora de Música
Resumen: La tecnología ha invadido nuestra casa, nuestro trabajo y, por supuesto, nuestros centros educativos. A través de un recorrido por diferentes visiones y teorías de la educación, se pone en tela de juicio este nuevo paradigma y se plantea un caso práctico para promover una educación tecnológica consciente.
Pabalabras claves: Educación, hábitat digital, Filosofía, Artes, proyecto interdisciplinar.
Abstract: Technology has stormed our home, our work and, indeed, our education. Through a journey of several points of view and theories about education, this new paradigm is called into question. Furthermore, a practical case is suggested in order to achieve a conscious technological education.
Pabalabras claves: Education, digital habitat, Philosophy, Arts, interdisciplinary project.
La Ilustración es la liberación del ser humano de su culpable incapacidad (…). ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! He aquí el lema de la Ilustración (Kant, 1986). El siglo XVIII trae consigo la reivindicación de una educación para toda la ciudadanía a la que se debe capacitar para la participación en la toma de decisiones sobre los problemas que a todos nos afectan.
En el siglo XIX, el marxismo ya se encarga de denunciar que el Proyecto Ilustrado ha sido un fiasco. Lo más digno del ser humano, lo que nos separa de los animales, es precisamente nuestra capacidad de trabajar. Pero, en la sociedad capitalista, el trabajo se vuelve alienante para el trabajador. Igual que los bienes producidos en las fábricas, también los dioses creados por el ser humano se vuelven contra él: la religión se utiliza para legitimar el modo de producción y el orden social establecido (Marx, 1986). En el siglo XXI, podríamos ampliar la analogía establecida por Marx entre trabajo y religión incluyendo también a la inteligencia artificial.
Según Zygmunt Bauman, la red ha devaluado nuestra comunicación y nuestras relaciones sociales, crea adicciones, crea una realidad paralela que forma parte de nuestro hábitat, permite el anonimato y la impunidad, manipula nuestras creencias y nuestros votos, permite una publicidad selectiva que fomenta un consumismo insostenible para el planeta y, en definitiva, promete una felicidad que nunca llega y nos trae frustración. Llegamos así a una sociedad individualista, de rendidores de cuentas, moralmente ciegos, consumidores compulsivos y votantes acríticos. Es la era de la supervivencia individual en una sociedad líquida (Bauman, 2006).
Tercer Premio de la I Olimpiada Filosófica del año 2017

Propuesta para la IV Olimpiada Filosófica del año 2020
El conocimiento no es acumulativo, ni objetivo, ni neutral. Conocimiento y valores no son conjuntos disjuntos. Tras el horror de las Guerras Mundiales se hace evidente que el conocimiento producido por una razón meramente instrumental no solo no ha traído la emancipación de los seres humanos, sino que incluso se ha convertido en un peligro. Los mitos de la Ilustración van cayendo, pero los sistemas educativos miran para otro lado. ¿Dónde está la reconstrucción de la experiencia en comunidad de John Dewey (Dewey, 2002) o la educación liberadora de Paulo Freire (Freire, 1975)? La escuela bancaria y legitimadora del orden establecido y de las desigualdades o la creencia en la posibilidad de una experiencia individual y neutral persisten incluso en el hábitat digital en el que estamos inmersos. Los libros de texto, las clases magistrales y los exámenes tradicionales siguen vigentes en el siglo XXI. Para reconstruir la experiencia, para llegar a una educación liberadora, son imprescindibles el diálogo, la cooperación, las habilidades sociales o la gestión de las emociones, pero… ¿la digitalización fomenta todo esto? ¿O más bien lo obstaculiza?
En el siglo XX, el totalitarismo nazi, el soviético y hasta las democracias occidentales tienen algo en común: obstaculizan el pensamiento crítico reduciendo la razón a su dimensión meramente instrumental. La Escuela de Frankfurt reivindica una teoría crítica que cuestione no solo los totalitarismos, sino también el imperativo tecnológico, la cultura de masas y la deshumanización de los individuos que se produce en las sociedades industriales de las democracias occidentales. Horkheimer y Adorno denuncian el papel uniformador de los medios de comunicación cuyo resultado es un hombre unidimensional y cosificado. En la actualidad, el hábitat digital ha elevado este efecto masificador y deshumanizador a la enésima potencia.
La escuela del siglo XXI no puede limitarse a transmitir un currículo obsoleto. Debemos partir de la propia experiencia de los alumnos, que tiene sus raíces en sus condiciones de vida y en su hábitat, digital y desigual. La brecha digital oculta una enorme brecha social de mucho mayor calado que no se soluciona entregando únicamente dispositivos y conectividad.


A menudo se habla de la brecha digital entre los que tienen acceso a las nuevas tecnologías y los que no lo tienen, pero es imprescindible abordar también la brecha entre los gigantes digitales que controlan esas tecnologías y los usuarios que son controlados por ellas. Es la asimetría que se produce entre los vasallos que entregamos nuestros datos gratis y los nuevos señores de la era digital (Cobo, 2019).
Si las nuevas tecnologías están cambiando nuestra forma de vida, nuestra forma de relacionarnos e incluso la forma en que pensamos, aprender a usar dispositivos y aplicaciones no puede ser suficiente para ser competentes digitalmente. En la actualidad, la competencia digital auténtica alcanza a la ciudadana, puesto que los ciudadanos tienen el derecho y el deber no solo de recuperar el control de su huella digital y de sus datos sino también de exigir límites al poder de los gigantes digitales que amenazan nuestra dignidad personal y a la democracia misma. ¿Quién debería tomar las decisiones sobre los grandes problemas de la humanidad? ¿Los ciudadanos o los algoritmos? Los algoritmos, ¿a qué intereses sirven? ¿Cuál es el papel de la educación en la era digital?
En el curso 2019 – 2020 llevamos a cabo un proyecto interdisciplinar en el IES “Cañada Real”, en Valmojado, Toledo: Desde la experiencia estética hacia una ciudadanía cosmopolita. Trabajamos desde las materias de Filosofía, Música, Artes Escénicas y Danza y Valores Éticos de 4º de la ESO.
Nuestro propósito era superar la mera razón instrumental con la que se aborda la competencia digital en la LOMCE para llegar a lo que Jürgen Habermas considera una verdadera razón crítica en la que conocimiento y valoración queden integrados (Habermas, 1986). En la misma línea que Adorno y Marcuse, Habermas rechaza el positivismo y la consideración de la ciencia y la técnica como algo neutral y objetivo. La posición positivista oculta la problemática de la constitución del mundo. El sentido del conocimiento mismo se convierte en irracional -en nombre del conocimiento riguroso-, pero con ello nos instalamos en la ingenua posición de que el conocimiento describe, sin más, la realidad (…). Este objetivismo ha permanecido hasta nuestros días como el distintivo de una teoría de la ciencia, que ha entrado en la palestra con el positivismo de Comte (Habermas, 1991).

Diálogos en el aula. Curso 2019/2020.
Habermas denuncia la alienación presente en las sociedades actuales y señala la necesidad de la construcción de una racionalidad verdaderamente democrática y emancipadora. El conocimiento y las ciencias tienen su origen en los intereses vitales de los seres humanos, mucho más pragmáticos que reflexivos. Son tres:
- El interés técnico, orientado al control de la naturaleza, surge de una actividad humana que es el trabajo y hacia él se han orientado tradicionalmente las ciencias de la naturaleza. Lamentablemente, el modo de abordar la competencia digital se limita fundamentalmente hacia este interés.
- El interés práctico, orientado a la interpretación de la realidad y de las relaciones sociales, surge del lenguaje y hacia él se ha orientado tradicionalmente la ética. En la materia de Valores Éticos sí encontramos alguna reflexión sobre la digitalización orientada hacia este interés, pero que, curiosamente, nada tiene que ver con la competencia digital según la LOMCE.
- Y el interés emancipatorio, orientado a la liberación de los seres humanos tanto en lo que se refiere a sus necesidades vitales básicas como a sus necesidades sociales (la eliminación de cualquier tipo de dominio y explotación). Los valores cívicos y democráticos deben estar integrados en todos los saberes que forman parte del currículo, puesto que ninguna ciencia, ni natural ni social, ningún arte y ninguna actividad humana es neutral. La finalidad del Proyecto Ilustrado, la emancipación de los seres humanos, es algo demasiado importante como para que el sistema educativo se lo tome a la ligera. En el siglo XXI, ser digitalmente competentes es un requisito esencial para lograrla. Los datos son de las personas, como nuestro cuerpo, nuestra biografía o nuestra identidad. La red amenaza la democracia misma: gracias a los datos masivos, la inteligencia artificial está generando nuevas formas de poder y control y también nuevas formas de exclusión y de marginación. No podemos permitir que nuestros alumnos, en lugar de utilizar la tecnología, sean utilizados por ella.
Para que esto no se quede en una mera declaración de intenciones, se impone la necesidad de un aprendizaje en progreso, en el que los contenidos no vienen en ningún libro de texto ya que deben estar sometidos al mismo cambio que la realidad en la que vivimos. Es necesario partir de nuestra propia experiencia y reconstruirla en comunidad a través de un diálogo investigador filosófico. La ciencia no es obra de mentes privilegiadas aisladas, sino de las comunidades de investigación que comparten un lenguaje. Además, el diálogo es también el eje de la praxis democrática (Habermas, 1991). Por eso nos permite integrar conocimiento y valoración, superando los intereses técnico y práctico y llegando a un interés verdaderamente emancipatorio.

Exposición realizada por las autoras y sus alumnos en la Delegación de Educación, Cultura y Deportes de Toledo en el Curso 2019/2020.
También las artes tienen mucho que aportar para esta finalidad. Adorno entendió al arte en general y a la música en particular como una expresión comprometida con la realidad y con la sociedad en la que vivimos. Su finalidad es crítica y transformadora. Más recientemente, Martha Nussbaum reivindica también la experiencia estética y afirma que el pensamiento crítico y la imaginación narrativa, al igual que las aptitudes necesarias para ser un buen ciudadano del mundo, no son capacidades que puedan evaluarse mediante pruebas cuantitativas de opciones múltiples (…). La creatividad y la individualidad que caracterizan a los mejores tipos de educación (…) no encuentran espacio para desarrollarse en este marco (Nussbaum, 2010). Según Nussbaum, el diálogo interior permite el examen de uno mismo, el diálogo intercultural es el camino hacia la ciudadanía cosmopolita y la imaginación narrativa fomenta la auténtica comunicación.
Artes y diálogo investigador filosófico fueron las herramientas que utilizamos en este proyecto para tomar conciencia del aprendizaje invisible al que estamos sometidos en una sociedad en red, de los riesgos del mal uso de la tecnología digital y del papel que juegan los datos y la inteligencia artificial como instrumentos de control y de dominio.
Referencias
BAUMAN, Z. (2006). Vida líquida. Barcelona: Paidós.
COBO, C. (2019). Acepto las condiciones. Usos y abusos de las tecnologías digitales. Madrid: Fundación Santillana.
DEWEY, J. (2002). Democracia y Educación. Madrid: Morata.
FREIRE, P. (1975). Pedagogía del oprimido. Madrid: Siglo XXI.
HABERMAS, J. (1991). Conciencia moral y acción comunicativa. Barcelona: Península.
HABERMAS, J. (1986). Conocimiento en interés (p.77). Madrid: Taurus.
KANT, E. (1986). Respuesta a la pregunta: ¿Qué es Ilustración? (Trad. R. Jaramillo). En Revista Colombiana de Psicología, 3. Bogotá D.C.: Universidad Nacional de Colombia. (Trabajo original publicado en 1784).
MARX, K. (1986). Manuscritos: Economía y Filosofía (pp.107-109). Madrid: Alianza.
NUSSBAUM, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades (p.178). Madrid: Katz editores.