DYLE Nº 18

El bienestar y la protección en la escuela, ¿sólo cambiar la mirada?
Mª Mercedes García Recio
Profesora de Educación Secundaria en Castilla – La Mancha
La escuela se enfrenta a nuevos retos impuestos por el ordenamiento jurídico y las responsabilidades que tiene contraídas. La última de las grandes crisis de orden global, la pandemia originada por la COVID, ha puesto de manifiesto necesidades en el desarrollo emocional del alumnado. Sabiendo lo que esto ha supuesto, y desde la vuelta a las aulas en septiembre de 2020 hemos vivido un punto de inflexión en la toma de conciencia de la salud emocional de todos, en especial de nuestros jóvenes. En estas líneas describimos una propuesta de trabajo de un centro de secundaria que concreta la intención de la administración con la nueva norma este curso, además de ayudar a nuestra comunidad a crear espacios emocionalmente más seguros para todos.
La llegada de la LOMLOE y sus novedades para su implantación ha supuesto un nuevo curso frenético y no ajeno al debate sobre la transformación en la escuela, sin embargo, poco se ha tratado en los medios las modificaciones que vienen, además, en lo que para mí sí puede suponer algo de transformador: las medidas educativas con mirada en el bienestar y protección.
La razón original en la norma
En 2021 se publicó una nueva Ley, LOPIVI: La Ley Orgánica de Protección Integral a la infancia y la adolescencia frente la Violencia.
¿Por qué esta necesidad? Razones políticas y compromisos internacionales, cumpliendo con objetivos no ajenos a nuestra sociedad española, pero que si no ponemos en contexto local no se entienden como necesarios. Aun así, el mismo preámbulo se hace eco de la situación de violencia que viven los menores, en especial los adolescentes. Y así nos preguntamos, ¿cómo podemos frenar esa violencia? ¿La hay? ¿De qué hay que proteger al menor?
Existen diversos protocolos para prevenir o frenar los conflictos violentos de la escuela… Un ejemplo es el Protocolo de Acoso escolar de 2017. Pero interpelados y mediatizados nos preguntamos por su eficacia, ¿frenan o no la violencia?
Todas estas preguntas no se contestarán desde la aplicación de la LOPIVI porque en realidad esta Ley marca las pautas de prevención que dé intervención, al menos en lo que respecta a la escuela. ¿Nos parece insuficiente?
La intervención siempre será necesaria, y no llega siempre cuando se necesita. Aun así, dudo de su eficacia en lo que llamamos atención primaria. Quizá sea ignorancia, porque desde nuestra perspectiva escolar no es del todo conocida. Pero esto cambiará si dotamos a la escuela del protagonismo necesario en estas intervenciones, pero eso pasa por un cambio en la mirada, y no solo de los profesionales escolares, sino sobre todo de la administración.
La intervención ya está protocolizada, pero no está unificada. En nuestra región ha habido intentos de unificarla, uno de ellos en 2015. El Protocolo Unificado de Intervención con Niños y Adolescentes de Castilla-La Mancha apuesta por la visión integral e integradora de todas las actuaciones, en diferentes ámbitos, que puedan afectar a los menores, dotando de seguridad jurídica y garantizando la defensa de los derechos de los menores. Pero, el desconocimiento y la falta de referentes profesionales dentro de la escuela dedicados a estas intervenciones ha hecho que en muchos lugares no parezca necesario, o simplemente se desconozca.
Impacto inicial en los centros educativos.
En Castilla-La Mancha, haciendo cumplimiento de la LOPIVI (artículo 35), este curso se ha nombrado en cada centro una nueva figura de coordinación de Bienestar y Protección. Dotándolo además de recurso horario, en mi centro de 2 horas lectivas. Una de las funciones iniciales para esta Coordinación ha sido la elaboración y ejecución, junto con el Equipo Directivo, de un Plan de Convivencia, que, en nuestra región, además, tiene otro apellido, de Igualdad.
El PIC (Plan de Igualdad y Convivencia) tiene como objetivo la promoción de la igualdad, la coeducación, el respeto a la diversidad sexual, de género y familiar, la convivencia, la prevención de los conflictos y la gestión o la resolución pacífica de estos. Totalmente correlacionados con las funciones de la coordinación de Bienestar y Prevención.
Quiero hacer notar en este sentido, que la coordinación tiene un total de once funciones, todas ellas descritas con acciones como: promocionar, informar, promover, fomentar… Es decir, se mueve en el ámbito de la prevención y de la información, pretende dotar de impulso a la comunidad educativa en evitar esa violencia que impacta en los menores.
¿Qué tipo de violencia?
Creer que la violencia en la escuela se traduce en solo el acoso escolar, o en conflictos entre iguales es ingenuo. Otras violencias, invisibles, contra los adolescentes están presentes día a día: el uso de las tecnologías y las redes sociales, la influencia sobre su alimentación, la falta de protección de sus datos, …
¿Cómo afecta la violencia en nuestra sociedad? ¿Cómo afecta a nuestros jóvenes?
El informe anual de salud de 2020-21 indicaba que 2% de los menores de 25 años sufren ansiedad. Además, según el INE, se detecta además un aumento en los fallecimientos por suicidio, siendo 22 de ellos de jóvenes de 10 a 15 años.
Podemos creer que la situación en la salud mental de nuestra comunidad puede estar o no relacionada con nosotros, pero lo que sabemos es que esta situación puede prevenirse, y que para hacerlo hay que asumir que es la violencia, en muchas de esas formas, la responsable.
En un centro de educación secundaria esa violencia “invisible” se detecta, la crisis vital de la adolescencia trae consigo momentos de conflicto, muchos de ellos naturales, pero de cierta relevancia en la vida de cada uno de los jóvenes, en estos momentos el acompañamiento de los adultos, de los docentes, de los sanitarios, de las familias, del educador del ayuntamiento, es necesario. Pero ¿cómo y cuándo actuar unos u otros? ¿cuándo hacerlo varios a la vez?
La mirada desde dentro de la escuela
Los protocolos de un P.I.C de un centro de secundaria suelen estar basados en otros regionales (acoso escolar, absentismo, identidad de género, diabetes…), o en guías no necesariamente de obligado cumplimiento (prevención del suicidio…).
Antes de usar estos protocolos, o a la vez que se usan, un centro educativo debe tener claro que un adolescente, un joven, entrará en crisis de forma natural, pero que aun así siempre hay que valorar esa naturaleza, si está en riesgo o si por el contrario aun estando en crisis ya está protegido. Con el fin de prevenir que esto ocurra un docente cualquiera debe aprender a mirar.
Un ejemplo habitual es el riesgo de “familia en crisis”: pierde un ser querido, o su familia se separa; ¿está en riesgo? ¿siempre se verá gravemente afectado? Es evidente que esta situación quizá sobrevenida, temprana para nuestros menores pone en riesgo a cualquiera, pero qué pasa si además tiene buenas habilidades de comunicación, si está vinculado al su equipo de baloncesto, y se denota en él buenos hábitos personales y rendimiento académico. Bajo mi criterio, el necesario acompañamiento de este menor no tiene por qué conllevar derivación a otro servicio, por lo tanto, no es un menor en riesgo grave, pero sí necesita de nuestra especial y atenta mirada. Pero claro, no siempre es así.
¿Cuándo es adecuado hacerlo? Veíamos más arriba que la salud mental de nuestros menores es frágil ¿Qué podemos hacer cuando vemos que hay alarmas que nos muestran el desequilibrio hacia más factores de riesgo que de protección? Acompañarlos.
En la escuela siempre se ha trabajado en este sentido: la tutoría, la orientación educativa, … Pero la protocolización de estos planes, ayuda a ordenar los procesos.
Una propuesta de protocolización del acompañamiento
¿Quiénes han sido hasta ahora los responsables de actuar en este sentido? ¿Ha cambiado algo con la nueva coordinación de Bienestar y Protección? En principio, la LOPIVI dota de funciones a esta coordinación, y en nuestra región no hay norma que concrete esta de otra manera. Por lo tanto, las responsabilidades en este sentido vuelven a recaer en la tutoría, la orientación, el equipo directivo y, por qué no, la coordinación.
La detección de evidencias de riesgo no es fácil, la invisibilidad de la violencia se combina con la opacidad de las necesidades emocionales. Así, en ocasiones la escuela o la familia son las últimas en conocer las situaciones de riesgo. Así, es de interés que, en un centro educativo, de forma sistemática o ante situaciones concretas se hagan actuaciones en el grupo o en el individuo.
¿Qué herramientas sugerimos en nuestro centro?
El tutor como la Jefatura de Estudios puede y debe impulsar pequeñas actuaciones de detección: autoevaluaciones trimestrales, tutorías individuales, tutorías grupales…
Una de las claves del trabajo en este sentido es conocer estrategias de grupo donde el menor se comunique de forma algo más fluida para poder mostrarse.
En la “Guía y recursos para elaboración de planes en los centros educativos” sobre “La prevención y detección de los desajustes y trastornos emocionales del alumnado” de la Comunidad de Madrid sugieren una serie de actuaciones en tutoría que pueden ayudarte.
Una vez que hemos hecho la detección de riesgos, y analizamos la necesidad de hacer un acompañamiento, tenemos que hacer un plan de actuación, las actuaciones serán siempre escolares, todo lo que finalmente no sea de esta índole debemos dejarlo en manos de otras instituciones, e incluir en nuestro plan la derivación dentro de los protocolos concretos.
La mayoría de estos acompañamientos están ligados a otros profesionales, como los terapeutas o psicólogos. Y en algunos casos es necesario actuar dentro de contextos muy delicados, por eso, aunque nuestra actuación será siempre escolar, debemos respetar las pautas sanitarias y además la confidencialidad.
Casos concretos de acompañamiento
Es fácil creer que estamos en un terreno que desconocemos, y además pensar que no es de nuestra competencia. Mi experiencia es que el acompañamiento de nuestros jóvenes es algo antiguo y que hacemos continuamente: ante la ansiedad que se tiene en un curso con dificultad, ante la conducta grave que ocasiona alta disrupción, si descubrimos un abuso y ante algo que ahora es más visible pero siempre doloroso, el riesgo por suicidio….
Nuestra propuesta aborda todos estos casos en comisión con un equipo concreto e incluye a la familia.
Las actuaciones de centro, siempre con esa mirada
Los centros educativos deben ser un factor de protección de todos los que estamos en él, en especial de nuestro alumnado.
Podemos proteger con herramientas de prevención, fomentando su participación e interacción con todos. Pero no debe ser sin la implicación de profesorado e instituciones, para no solo prevenir, sino intervenir, siendo el alumno de forma individual el centro del proceso.
Por eso se deben plantear actividades de centro dentro del P.I.C. con este espíritu. La implicación de todo el alumnado, generando interacción entre edades y niveles con el objetivo de mejorar la convivencia, y creando un espacio seguro para todo el alumnado.
Presentaciones en las que se basa este artículo:
Creando un espacio seguro, proyecto de igualdad y convivencia del IES María Pacheco.
Detección de riesgos a través del P.I.C. del IES María Pacheco.
Norma vigente:
LOPIVI: https://www.boe.es/boe/dias/2021/06/05/pdfs/BOE-A-2021-9347.pdf
Protocolo unificado de intervención con niños y adolescentes de CLM
“Guía y recursos para elaboración de planes en los centros educativos” de la Consejería de Educación en Madrid.
Organización y funcionamiento de los centros educativos de la región de C-LM.
Informes consultados:
El informe anual de salud de 2020-21, del Ministerio de Sanidad.
III Informe de la prevención del acoso escolar en centros educativos 2021, de Fundación Anar.
Notas de prensa INE 2022, sobre Defunciones según la Causa de Muerte Año 2021 (datos definitivos) y primer semestre 2022 (datos provisionales).