Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº 26

DYLE Nº 26

Editorial

Editorial

Azucena Gozalo Ausín

Presidenta de la Federación Estatal del Fórum Europeo de Administradores de la Educación

Ahora toca “pantallas sí, pantallas no” …

Naturalmente, la educación es uno de los ámbitos que se ven implicados de manera palmaria en esta carrera desenfrenada en la que las novedades se convierten en obsolescentes casi sin haberlas testado adecuadamente. Aunque sabemos que en educación no hay recetas ni mágicas ni rápidas, arrastrados, como los demás, por el ritmo de los tiempos, o por lo que los más jóvenes conocen como el FOMO (del inglés, “Fear of Missing Out”, el miedo a quedarse atrás) tomamos decisiones precipitadas de muy amplio espectro en la vana esperanza de que conlleven solo beneficios.

Uno de los ejemplos más llamativos en los últimos años, a escala global, ha sido la incorporación de “las pantallas” a las aulas. Aquellos sistemas educativos que han abrazado sin ambages la sustitución del papel por el soporte digital, en lo que parecía un ineludible salto hacia adelante carente de desventajas, no han tardado en descubrir fallas. Los que se han negado rotundamente al acceso de la tecnología digital a las aulas, se están viendo arrollados por la impetuosa marea de un creciente entorno digitalizado en todos los ámbitos de la vida, donde, nos guste o no, la inteligencia artificial ocupa ya todos los resquicios del avance del saber, pero también de su retroceso, capitaneando tanto la información como la desinformación.

Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos en este mundo altamente tecnificado y vertiginosamente rápido es que no encaja bien con los propios procesos inherentes al ser humano, que precisan del factor TIEMPO para evaluar con un mínimo de garantías cualquier tipo de propuesta. Nuestro “yo” intelectual y social requiere respuestas inmediatas y taxativas: la realidad, tozuda, nos devuelve a un “yo” biológico que tiene su ritmo, y al que los cambios afectan desde una miríada de dimensiones multifactorial y compleja.

En la educación este problema se agrava: el tempo de la escuela es irremisiblemente más lento que el de los avances tecnológicos. Constatar, a través de la investigación, con evidencias científicas, la bondad o perjuicio de una medida educativa precisa años, contraste de cohortes de alumnado diferentes, en centros y situaciones distintas, prueba y error.

Más allá de las urgencias de las políticas educativas y de la pertinaz necesidad de sustituir rápidamente un titular mediático por otro más impactante que el anterior, para tomar decisiones de calado sobre cómo mejorar nuestros sistemas educativos, necesitamos cambiar el paso. No debemos dejarnos llevar por modas impactantes ni por axiomas preconcebidos, para, un tiempo después, caer en el efecto pendular del rechazo absoluto de lo anterior. A nada nos lleva la dicotomía “pantallas sí / pantallas no”. Posiblemente, tengamos que empezar por proponer las preguntas adecuadas: Poner el foco en el “PARA QUÉ”, y desde ahí, ir transitando al “CÓMO”, al “CUÁNDO”, al “DÓNDE”. Y, para todo este proceso necesitamos TIEMPO y SOSIEGO.

Este nuevo número de DyLE, que nos propone repensar la irrupción de la tecnología en nuestras aulas, llega a las puertas del descanso estival. Una ocasión idónea para prepararnos para el nuevo curso desde la reflexión pausada y el pensamiento crítico al que, sin duda, nos van a invitar nuestros colaboradores de esta edición.