DYLE Nº 22

Un sentido pedagógico de la Inteligencia Artificial en Educación
José Sánchez Santamaría
Universidad de Castilla-La Mancha FEAE Castilla-La Mancha
¿Son las máquinas seres humanos? ¿Pueden pensar y sentir? ¿Van a ser portadoras de vida? ¿Van a sustituir a las personas? Son cuestiones más propias de una mirada distópica que relevante sobre el sentido y función de la IA en las sociedades. A simple vista, estas preguntas parecen tener respuestas obvias según nuestra comprensión actual de la vida, de la organización y funcionamiento social y nuestras concepciones culturales. Sin embargo, el cine ha explorado estas cuestiones de manera muy original, mostrando que en ese ámbito, al menos, es posible una respuesta afirmativa. La intención parece, cuando nos aproximamos a la cuestión de la IA -asumimos un concepto amplio-, avanzar hacia un punto en el que las máquinas son presentadas como humanas, capaces de pensar y sentir, y de generar no solo emociones, sino también sentimientos profundos como el amor. La industria tecnológica y digital ya está trabajando en desarrollar una IA emocional, adaptativa y humanizada. Desconocemos a qué mundo vamos, solo sabemos que estamos yendo hacia un nuevo paso en la transformación social a través de lo digital.
Lo que parece claro en torno a la IA, tanto en general como en educación, es que no sabemos qué va a pasar. Es cierto que tenemos cierta idea del ritmo de los cambios que trae consigo y de las implicaciones que empieza a tener en muchos aspectos de la vida, incluida la educativa. No sabemos, de momento, cuáles serán sus efectos reales ni de qué modo su potencial dará respuesta a las necesidades que tenemos. Sin embargo, esto no debe verse como un problema, sino como una oportunidad para asumir el compromiso de trabajar, desde la educación, por el presente y el futuro que deseamos contando con una herramienta como la IA. La IA no es un agente educativo ni un actor pedagógico; es una herramienta que, desde su versatilidad y multitud de funciones y aplicaciones, puede contribuir a mejorar los ambientes de aprendizaje, procesos educativos y recursos didácticos para todas las personas a lo largo de la vida.
Las políticas públicas educativas deben garantizar que la IA sea justa y equitativa en cuanto al conocimiento, acceso y uso para todas las personas (UNESCO, 2023). Este es, sin duda, uno de los retos más importantes en el actual capitalismo digital que desde la educación deberemos de ser conscientes promoviendo competencias transversales como la capacidad de pensar, reflexionar y actuar del estudiantado y del profesorado, incluyendo también a toda la comunidad educativa, ya que las familias van a jugar un papel esencial junto con la consideración de los aprendizajes no formales e informales del estudiantado. Se trata de pensar sobre la IA, pero sobre todo pensarnos como docentes en torno a ella, y donde es indispensable conectar la IA al desarrollo de nuestra competencia digital y las competencias transversales para sociedades más democráticas, justas y equitativas para todas las personas (Sánchez-Santamaría et al., 2024).
Del efecto sunami al compromiso por una pedagogía crítica y reflexiva
Poco a poco vamos recuperando el sentido tras el tsunami que ha supuesto la irrupción de la IA, y en concreto de la inteligencia artificial generativa (IAGen) en educación, como los chatbots (Fullan et al., 2023). Hemos presenciado este fenómeno con asombro, miedo y desconcierto, similar a la llegada de internet, la televisión en color o el teléfono móvil. Quizás esté exagerando, pero es innegable que la IA se ha hecho visible, a pesar de estar presente desde hace mucho tiempo. Ha venido para quedarse y su presencia e impacto es ya un hecho incuestionable en muchos aspectos de la vida, y en educación es progresiva esta tendencia. Las personas en docencia e investigación que vienen trabajando en tecnologías educativas no se han sorprendido tanto como el común de los y de las docentes (Sánchez Vera, 2023), si tal vez del ritmo que ha experimentado la IA, y nos urgen a promover las competencias digitales, y el papel del pensamiento computacional (Sánchez-Santamaría y Olmedo, 2023).
Ahora, pasada la ola inicial, una parte importante de docentes, especialmente de la universidad y de secundaria, han empezado a conocer y comprender mejor qué es la IA o los chatbots y cómo pueden ayudar en la docencia y en el aprendizaje del estudiantado. Los cursos, seminarios, talleres y conferencias sobre el tema se llenan, y las propuestas formativas, las publicaciones científicas y los manuales de uso aplicados a la mejora de la docencia y la investigación se han multiplicado y muchos son de una gran utilidad. Esta primera respuesta pedagógica se ha orientado a la necesidad de entender las implicaciones de la IA y, sobre todo, de aprovechar su potencial integrándola en los procesos de enseñanza-aprendizaje (García Peñalvo, Llorens-Largo y Vidal, 2024). Una respuesta necesaria, pero con un peso muy marcado de lo funcional propio de la inmediatez de saber qué está pasando y de aprovechar los beneficios que se desprenden del uso de la IA. A medida que se buscan respuestas, incluso las empresas que han creado esta tecnología y que han impulsado su difusión y su uso están aprendiendo sobre la marcha.
Hay otra parte importante de docentes que han ignorado la IA por completo, sin interés en entenderla ni usarla; una resistencia amparada en el miedo, desconocimiento u otros motivos. Esta descripción es simplificada, ya que la realidad es más compleja. El interés del profesorado por la IA ha sido desigual, con diferentes áreas de enfoque. Lo relevante es que algunos docentes han ignorado la IA, mientras que otros la usan sin desarrollar su competencia digital. Ambas situaciones presentan retos para promover un uso consciente y reflexivo de una tecnología que, por ahora, no piensa ni reflexiona, y solo intenta responder, asumiendo una función “reflejo” en torno a un corpus de conocimiento generado por la hay que extrae, principalmente, de a en el caso de los chatbots, entre otros.
Entre el potencial y la alucinación pedagógica de la IA en educación
La IA presenta un potencial pedagógico significativo, y es una oportunidad para “cuestionar nuestras formas de hacer como docentes, y puede ser una aliada para cambiar lo que no nos gusta” (Sánchez-Santamaría, 2023, p.15). Sin embargo, con la IA surge un discurso de “alucinación”, alimentado por un uso funcional con escaso fundamento pedagógico, basado en la idea de que todo mejorará con la IA. Un ejemplo de esto es la personalización del aprendizaje. Aunque la investigación y práctica pedagógica tradicional defienden esta personalización, no siempre consideran sus limitaciones y críticas (Pelletier, 2023). La IA es una herramienta potente para promover la personalización en el aprendizaje, pero confiar ciegamente en esta mejora técnica puede llevar a una falacia pedagógica, con un efecto puntual y no duradero. El riesgo es que este enfoque simplista se extienda en las prácticas educativas, en parte debido a una falta de competencia digital y transversal bien desarrollada y conectada con el sentido del proceso de enseñanza-aprendizaje.
La evidencia muestra que la IA tiene aplicaciones en la personalización del aprendizaje, con asistentes virtuales que apoyan y tutorizan, mejorando el aprendizaje. También tiene un impacto positivo en el análisis de datos y en la evaluación del aprendizaje, revelando resultados prometedores para mejorar la educación. Además, se han observado mejoras en los procesos educativos, la accesibilidad, la adaptabilidad, el acompañamiento estudiantil y la comunicación y participación de las familias (Ng, et al., 2023). Estos beneficios, aunque reales, no surgen de una aplicación aséptica y descontextualizada de la IA, sino que requieren una integración con una perspectiva pedagógica adecuada. Es esencial preguntarse: ¿para qué?, ¿cuándo y cómo se debe integrar la IA en la educación?
La pedagogía tiene mucho que aportar aquí, pero también mucho por hacer. Es fundamental considerar el trabajo realizado en Tecnología Educativa (Sánchez Vera, 2023) para entender que la IA requiere competencia digital y un enfoque pedagógico crítico, transformador y coherente con los principios de la educación en sociedades democráticas y basadas en los derechos humanos. Además, debe satisfacer las necesidades de docentes, estudiantes y familias para lograr una educación de calidad en un contexto de equidad.
Tres criterios pedagógicos para el uso de la IA en educación
La incorporación de la IA debe realizarse de manera adecuada y coherente, atendiendo, al menos a tres sencillos y básicos criterios a la hora de decidir su uso en educación (Sánchez-Santamaría et al., 2024):
1. Necesidad. La utilización de la IA debe basarse en la respuesta a una necesidad específica, respondiendo al “por qué” de su uso. No todos los procesos de enseñanza y aprendizaje requieren el uso de IA, y no todas las IA pueden satisfacer las diversas necesidades del aprendizaje.
2. Sentido. El “para qué” de la utilización de la IA. Esto implica analizar en qué medida está en coherencia el uso de la IA con la naturaleza del aprendizaje a promover.
3. Uso. La manera en que se emplea la IA debe considerar la competencia digital del docente.
Retos pedagógicos desde una lectura crítica con esperanza sobre la IA en Educación
Las implicaciones de estos tres criterios básicos, que se deben complementar en función del tipo de situación y persona, se vinculan con mejorar las competencias técnicas para conocer las diversas herramientas de IA que abordan las necesidades vinculadas con el aprendizaje del estudiantado, así como valorar las implicaciones éticas para asegurar un uso apropiado de la IA. Además, se pone de manifiesto la importancia del proceso, informando cómo se ha llevado a cabo su aplicación y conjugándolo con un análisis del impacto del uso de la IA en la mejora de la docencia, del aprendizaje y de la participación de las familias en los procesos educativos, así como la vinculación entre aprendizajes no formales e informales.
Cuando se habla de la IA en educación, hay al menos cinco puntos que debemos tener claros para evitar debates poco productivos, y que limitan el escenario de posibilidades que nos brinda la IA, donde nuestra contribución debe ser pedagógica y de compromiso con la verdad de los hechos y de lo que informa la evidencia científica (Prendes, 2023; Sánchez-Santamaría y Olmedo, 2023; UNESCO, 2023; Unión Europea, 2023; Fullan et al., 2023):
1. Su inevitabilidad. La IA ha llegado para quedarse. Rechazar, resistir o negar su presencia es inútil. Una cultura de resistencia a su presencia generará un daño pedagógico peor y no nos hará ver el sentido y función pedagógica que se debe dar a esta tecnología.
2. Su sentido: La IA está diseñada para ofrecer apoyo y soluciones a problemas humanos, y su potencial positivo en educación debe ser valorado y utilizado desde una dimensión ética (Nguyen et al., 2022).
3. Un debate en parte pedagógico. Existen dos tendencias principales en el debate sobre la IA en educación. Una promueve su integración y uso, mientras que otra, desde el movimiento de la contrarreforma digital (Area, 2024), busca limitar la tecnología por considerarla peligrosa, especialmente para los menores. Este segundo no es un debate pedagógico, niega los hechos y no tiene en cuenta la evidencia científica. El problema no son las pantallas ni la tecnología en sí misma, sino cómo las usamos, el propósito que les damos y nuestra capacidad para interactuar con ellas de manera crítica y reflexiva. Es esencial cuestionar las posibles intenciones detrás de su uso en el contexto del capitalismo digital.
4. El efecto sunami. La irrupción de la IA ha tenido un impacto más económico y psicológico que didáctico. La mera aplicación de la IA no es netamente un cambio didáctico; estamos empezando ahora a ver sus efectos. Los y las docentes han comenzado a utilizarla, especialmente la IAGen, pero con una competencia digital mejorable, resultando en un uso funcional y superficial con poco sentido pedagógico (Ruediger y otros, 2024).
5. La necesidad de una actitud de prudencia y crítica. Aunque la IA avanza rápidamente, la educación de calidad requiere un enfoque más pausado. Los procesos educativos tienen sus propios tiempos y ritmos, que no coinciden con los de la IA, lo cual generará tensiones. Tendremos que acostumbrarnos a esta tensión entre la sensación de pérdida de control por su rápido desarrollo y la necesidad de maduración que requiere el aprendizaje y la enseñanza (Fullan et al., 2023).
La educación debe aspirar a crear ambientes, promover procesos y proporcionar recursos de aprendizaje para la construcción de ciudadanías democráticas y críticas basadas en los derechos humanos. A través de la educación se puede avanzar hacia la consolidación de sociedades comprometidas con los desafíos ambientales, económicos y sociales actuales en contextos líquidos. Así pues, la educación nos hace más humanos y nos permite aprender a vivir con los demás y con nosotros mismos, y la IA deberá establecerse en este marco.
Referencias
Area, M. (2024). Nostalgias, miedos y prohibiciones. La contrarreforma digital en la educación. EDULLAB (Laboratorio de Educación y Nuevas Tecnologías). Doi: 10.13140/RG.2.2.32639.42403
Fullan, M. et al., (2023). Artificial intelligence and school leadership: challenges, opportunities and implications. School Leadership & Management, 1-18. DOI: 10.1080/13632434.2023.2246856
García Peñalvo, F.J.., Llorens-Largo, F., y Vidal, J. (2024). La nueva realidad de la educación ante los avances de la inteligencia artificial generativa. RIED-Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 27(1). https://doi.org/10.5944/ried.27.1.37716
Ng, D. T. K. et al. (2023). A review of AI teaching and learning from 2000 to 2020. Education and Information Technologies. https://doi.org/10.1007/s10639-022-11491-w
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Pelletier, C. (2023). Against personalised learning. International Journal of Artificial Intelligence in Education, 34(1), 111-115. https://doi.org/10.1007/s40593-023-00348-z
Prendes-Espinosa, M. P. (2023). La revolución de la Inteligencia Artificial en tiempos de negacionismo tecnológico. RiiTE Revista Interuniversitaria de Investigación en Tecnología Educativa, Sección Especial (15), 1–15. https://doi.org/10.6018/riite.594461
Ruediger, D., et al. (2024). Generative AI and Postsecondary Instructional Practices: Findings from a National Survey of Instructors. Ithaka S+R. https://doi.org/10.18665/sr.320892
Sánchez-Santamaría, J. (2023). La inteligencia artificial en educación: algunas posibilidades, usos potenciales y limitaciones esenciales. Educar. Explorando los límites de la Inteligencia Artificial en la Era Digital, 22(1), 15-16. https://cmli.es/revista-educar-es-amar/11-inteligencia-artificial-y-educacion-existe-una-compatibilidad/
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Sánchez-Santamaría, J. et al. (19-21 junio, 2024). La inteligencia artificial en la competencia investigadora para mejorar los gaps entre práctica educativa y evidencia científica. XXI Congreso Internacional de Investigación Educativa – AIDIPE, Barcelona, España.
Sánchez-Vera, M.M. (2023). Los desafíos de la tecnología educativa. Revista Interuniversitaria de Investigación en Tecnología Educativa, (14), 1-5. https://doi.org/10.6018/riite.572131
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