Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº 1

DYLE Nº 1

Reseñas

¿Qué es la educación?

Agustín Chozas Martín

FEAE de Castilla-La Mancha

SOLER FIÉRREZ, Eduardo

Editorial La Muralla. Madrid, 2018

El presente libro de Eduardo Soler Fiérrez, punto y seguido de una larga trayectoria profesional, de reflexión y acción, es una buena oportunidad para manifestar el agradecimiento que compartimos profesores e inspectores de educación, la profesión docente en general, por las aportaciones del autor a este espacio decisivo como es la educación, frecuentemente vapuleado sobre todo por la frivolidad. Hablar de educación no comporta necesariamente pensar la educación. Si así fuera, tendríamos resuelto, por el parloteo al uso, muchas de las dificultades planteadas por la grave situación educativa en una sociedad global.

El ejercicio de Eduardo Soler en este libro es un ejercicio de razón, un intento ordenado de colocar determinados pilares de la complejidad educativa en el sitio racionalmente adecuado para que el discurso se sostenga. Ahí están, en sus páginas, las recurrencias frecuentes a autores que, a lo largo de la historia del pensamiento, han contribuido a dar rigor y seriedad a este derecho humano básico como la educación. Y no quiero dejar pasar otro apunte necesario: para pensar la educación hay que amar la educación y E. Soler lo hace con un rigor intelectual lejos de tanta retórica al uso.

Escrito lo anterior, añadiré de inmediato que el libro va más allá de la ramplonería neocapitalista para situarse en un espacio de mayor exigencia: la educación no es un mero instrumento para el ascenso o el dominio o el poder social y personal (si así fuera o es, se conculcaría el más elemental principio de la igualdad entre los hombres), sino definitivamente una exigencia ética y moral.

A partir de esta idea motriz, el libro se va construyendo como un edificio sólido tanto por los conceptos y categorías educativas que se desarrollan en profundidad como por la contextura lógica que lo atraviesa y el tejido argumentativo a partir de una primera y necesaria respuesta (que motiva la publicación): ¿qué es la educación?

En un primer capítulo denso, E. Soler justifica la educación como elemento transformador, personal y socialmente, como quehacer ( idea insistida como actividad a lo largo de la vida ),desde la precariedad y la indigencia inicial de todo ser humano (idea básica de toda antropología social ), como aspiración, como proyecto que quiere llegar a ser (en la línea de uno de los más hermosos pensamientos de María Zambrano ),como una manera de insertarse en el mundo, de ser-en-el-mundo ( en la tradición existencialista), como un derecho tan necesario como universal. No parece que sea preciso añadir otras categorías sustantivas al concepto de educación.

A partir de esta inequívoca posición, el autor desarrollará, de una manera analítica, argumentativa, apoyándose frecuentemente en criterios de autoridad, los principales elementos que constituyen el edificio educativo.

Desde la educabilidad, primero, el gran receptáculo del sujeto a educar, fundamento de toda pedagogía, conjunto de virtualidades que en un marco de libertad pueden permitir que el ser humano asimile, transforme, se influencie, ponga en orden lo que aprende, lo haga suyo y lo exprese.

Profundiza, después, E. Soler en la idea del hombre como ser abierto y educable que lo es siempre y cuando la educación sea precisa en sus fines, sea un valor definido, aspire al perfeccionamiento del sujeto, no sea dispersa y permita integrar y asumir los contenidos, sea un proyecto armado en un fundamento ético y en una formación integral y no hecha de elementos yuxtapuestos y acumulativos.

Sigue el autor desarrollando la estructura con la que está concebido el libro y añadiendo elementos decisivos como el tiempo educativo (concepto complejo cuya explicación excede los límites de esta reseña), como posibilidad de desarrollo también en un espacio y lugar.

Para que el armazón educativo se sostenga, añade E. Soler, otra categoría como es la libertad, la libertad que se aprende y libera, en una palabra, la libertad como ejercicio en el que la diversidad de agentes educadores es decisiva, siempre y cuando no se difuminen en la dispersión o se alejen de imperativos éticos insoslayables.

Eduardo Soler completa la construcción conceptual de la educación con un análisis, no por frecuente menos necesario, de la distinción que debe hacerse entre educar e instruir.

El libro se cierra, diría necesariamente, con un epílogo sobre el papel de la pedagogía como saber interdisciplinar, si quiere responder adecuadamente a la complejidad del propio ser humano. Finalmente, cabe añadir que este libro es también una contribución más del autor, no será la última, a ese espacio que tanto nos ocupa como es la educación como bien común.