Revista sobre educación y liderazgo educativo DYLE Nº4

DYLE Nº4

Foro abierto

Los paraísos de la conectividad

Agustín Chozas Martín

FEAE de Castilla-La Mancha

La conectividad, presentada como un nuevo paraíso en la tierra de la intercomunicación, esconde entre sus muchos pliegues intereses de dominio desechables y, aún peor, sistemas para ahondar la pobreza, la discriminación y la exclusión social.

El fenómeno económico y social de la conectividad no se entiende sin un análisis de contexto: ya Stiglitz (2012) en El precio de la desigualdad advirtió que el 1% de la población tiene lo que el resto del 99 % necesita, dato a tener en cuenta.

Otro elemento de contexto y desde otra óptica es el subrayado por el pensador italiano G. Agambem (2012) en Homo sacer. El poder soberano y la vida desnuda para valorar hasta donde llega la maquinaria política del poder y cómo se construyen, a tal fin, los denominados “cuerpos débiles”.

Más recientemente, Th. Piketty (2019) Capital e ideología se plantea con crudeza el tema de quiénes son los poseedores y en nombre de qué, óptica convergente con la pregunta de fondo por los paraísos de la conectividad.

Y la UNESCO ha publicado (mayo de 2019) Consejo de Beijing sobre la inteligencia artificial y la educación que apunta claramente al problema de una difícil conciliación entre la revolución digital y la complejidad del mundo educativo.

Porque precisamente la conectividad no es otra cosa que un ejercicio de dominio, un monopolio sin límites éticos, carentes de responsabilidad social y con un impacto educativo fuera de toda medida.

El paraíso de la conectividad no es más que una trampa, una suerte de reclamación mítica que provoca sumisión y creencia social, aunque lo que importen sean los réditos (el mundo anglosajón lo disimula mal) o el control en “culturas” dictatoriales o problemas de falsa conciencia, como sucede a los europeos.

Y la “oferta” no ha hecho más que empezar: Los dominadores de la conectividad estudian ahora las alternativas a sus propios dominios a través de las potencialidades de la inteligencia artificial para absorber el presente y el futuro

Una vez que los nuevos dioses se van asentando en las sociedades más avanzadas, el espacio dedicado al análisis crítico se va empequeñeciendo a favor del capítulo de las creencias. Algo queda fuera de toda discusión. Así sucede con los neoimperiaalismos que representan Google, Amazon, Microsoft, Facebook, por citar algunos significativos. No sería posible, no obstante, si el ejercicio desmedido del poder no cayera en sociedades adormecidas y resignadas y blandas en demasía.

Y con los términos que parcialmente expresan tales dominios sucede otro tanto. Las palabras se han incorporado al lenguaje ordinario, mejor decir, a un lenguaje reiterado y alejado de todo cuestionamiento. Por seleccionar algunas de esas palabras convertidas en incuestionadas, vale referirse, casi a título de buena muestra de la confusión buscada, a tres de ellas: conexión, comunicación e información.

Supongamos que las redes sociales conectan entre sí a sus usuarios: Chomsky ha tenido pocas dudas en calificarlas de instrumentos de manipulación.

Supongamos que el amplio repertorio de medios de información podría dar noticias fiables de unos sujetos corporativos emisores a otros receptores. Supongamos, si no existieran noticias falsas, deformaciones e intereses bastardos de los grupos que las generan en su propio beneficio

Y no hace falta suponer: los manipuladores al uso denominan a las redes sociales, a las informaciones inducidas o a formas similares, sin pudor alguno, formas de comunicación. De este modo, los cínicos del poder consiguen una suerte de manto moral para disimular, mal, sus comportamientos nada lejos de los neofascismos y ajenos de todo punto a todo lo que sea poner en común.

¿No parece de cierta lógica afirmar que, mientras entre los dos términos tanto de la información, como de las redes, como de internet, como de otros tantos productos de la inteligencia artificial, uno de los dos polos intervinientes sea a todas luces el dominador las posibilidades de compartir y comunicar son igual a cero?

Sin embargo, este ejercicio de dominio no genera la desconfianza previsible, ni parece afectar a la vida ordinaria, ni invita a escapar o eludir sistemas de manipulación, ni parece echarse en falta la pausa en el contacto humano, la escucha, la capacidad crítica

La revolución ahora es más profunda: pasamos de una forma conjuntiva de pensamiento y de los afectos a una forma conectiva. Las estructuras tecnológicas son hasta tal punto imperativas que imponen la conectividad como una cuestión insoslayable y una realidad socialmente positiva (Castells, 2001)

Es una falacia decir que estamos normalmente conectados sin intentar cuando menos un elemental análisis: se nos impone la conectividad, se bombardea nuestro cerebro con el vértigo de la inmediato impidiendo tanto valoraciones como discriminaciones. Hemos llegado, por el momento, a un estadio en que el progreso de las máquinas inteligentes irá recortando nuestra actuación inteligente.

Por fortuna, ya se han levantado voces críticas señalando la tecnología también como fuente de de dolor y sufrimiento, de desigualdad y discriminación fruto de un neoliberalismo feroz, que al fin no disimula su cara más inhumana (V. Camps, 2018)

Si la libertad no comienza por cuestionar la posibilidad de ser libres (H. Arendt, 2018) y extraer consecuencias de este análisis, se eliminan todos los obstáculos para que el “algoritmo” termine siendo una forma burda de humillación.

Estamos, pues, ante nuevas formas de esclavitud que recurren a una creciente hipocresía para aparentar unas formas que no respetan: si consiguen que el mal tenga el mismo rango que el bien…todo será posible (H. Arendt, 1993).

Como esta nube permanente de manipulación, las morales cínicas tan al uso recurren a terminología, presentadas como neutras: algoritmos, inteligencia artificial, eficacia de la información, la tecnociencia, la neurociencia. ¿Dónde queda el sujeto?

No estamos condicionados ni por la sociedad ni por la cultura, ni por las tecnologías: somos todo eso, con una pequeña salvedad cual es que unos pocos hombres dominantes lo son más que los demás. Y la explosión de la conectividad es su éxito más visible (Fundación Telefónica, 2015)

¿Han disminuido las desigualdades con sus éxitos? ¿Conocemos las caras de los dominantes? ¿Quién controla procesos de digitalización, los compra, los vende, los roba? Algunas preguntas nada más a título de muestra.

Además de lo escrito, cabe añadir algunas hipótesis de trabajo para abordar una compleja revolución digital que, por otra parte, puede que no haya hecho más que empezar.

En primer lugar, no parece creíble la afirmación tan corriente de que internet haya generado un paraíso de comunicación interactiva, si, por otra parte, se sostiene que los polos de la misma reafirman que la conectividad es materialmente desigual en funciones de los medios disponibles y, más aún, si tampoco conocemos efectos a medio plazo de dicha conectividad (Declaración Deusto 2019)

Añadamos que el denominado cambio tecnológico se ha dado por hecho casi antes de empezar y cuando los augures dicen que queda mucho por venir. Se trata de una nueva mitología que quiere sustituir antiguas creencias atribuyendo a los medios virtualidades que a todas luces no tienen como la sociabilidad y, peor aún, generadores de libertad y también de pobreza, exclusión y marginación. (Informe FOESSA, 2019).

Por el contrario, sí están comprobados los beneficios materiales de internet y de la conectividad en general: consolidan estructuras de dominio que venían necesitando ya modernizarse.

Sin alargar más una temática difícil de cerrar, la conectividad plantea aún un problema más: la aparente neutralidad de los medios que la hacen posible. Estaríamos ante una curiosa paradoja como es defender toda una revolución digital muda y asépticamente moral, extremo nada creíble (Morozov, 2012) 

Lecturas complementarias:

H. Arendt, La libertad de ser libres, Madrid, Taurus, 2018

H. Arendt, La condición humana, Barcelona, Paidós, 1993

M. Castells et al., La Transición a la sociedad red, Barcelona, Ariel, 2001

VV.AA., Nuevas tecnología y exclusión social, Fundación Telefónica, Universidad Pontificia de Comillas, 2015

Informe FOESSA, 2019: Exclusión y desarrollo social en España

E. Morozov. El desengaño de internet, Barcelona, Destino 2012

V. Camps, La fragilidad de una ética liberal, Ed. UAB, 2018

Declaración Deusto: Derechos humanos en entornos digitales, 2019