DYLE Nº2
La escuela rural
Fernando Andrés Rubia
Director revista DyLE
Los controvertidos informes PISA se hacen eco de los buenos resultados que obtienen los estudiantes de comunidades como Castilla y León o la Rioja, con elevada presencia de escuelas rurales. Abundan los testimonios sobre el potencial de innovación pedagógica que se desarrolla en estos centros por sus especiales condiciones organizativas. Y cuando no funciona nada de esto, aparece la creatividad reivindicativa: en una pequeña población próxima a Grenoble, el alcalde y la directora del colegio acordaron “matricular” a 15 ovejas, así llegaban a las 27 matrículas que es el mínimo para mantener abierto el centro escolar, que además se llama Jules Ferry. ¿La administración educativa francesa habrá aplicado el reglamento o se habrá solidarizado con la iniciativa?
En los recientes procesos electorales miles de urnas se ubicaron en centros escolares. Varios centenares de estos edificios solo se abren ya para citas como la comentada. En los programas electorales, en esta ocasión y con distinto énfasis, se proponían iniciativas para frenar la despoblación de las zonas rurales, menos énfasis se ponía en lo de conservar sus pequeñas escuelas. Muchísimos periódicos locales y blogs se hicieron eco de la foto que una candidata o candidato se hacía junto a una escuela rural. La Asociación Valenciana de Empresarios, oh casualidad, acaba de publicar un estudio en el que se hacen recomendaciones a la clase política para abordar en la legislatura que comienza un “pacto de estado por la educación”. Las recomendaciones han sido destacadas por los medios de comunicación nacionales y locales, pero en el informe de casi 200 páginas, no aparece ni una sola alusión a la “escuela rural”.
En medio de estos claroscuros emerge la singularidad organizativa de los centros escolares de las zonas rurales. Podemos encontrar centros rurales agrupados, escuelas completas e incompletas, aulas unitarias, maestros especialistas itinerantes, centros rurales de innovación educativa, ratios profesorado/alumnado más bajas que en los centros urbanos, alumnado que se desplaza… Además, la continuidad de las escuelas presenta una gran inestabilidad, sin acuerdo en las políticas educativas sobre el número imprescindible o mínimo de alumnado en edad escolar, el cierre y la apertura de escuelas en pequeñas localidades se convierte en un motivo de preocupación permanente.
Durante las últimas décadas se ha hablado mucho del cierre de las escuelas rurales y de las consecuencias que supone para las localidades y su entorno. La desaparición de los centros rurales tiene como resultado una reducción esencial de la vida social que pone en riesgo incluso el futuro de las localidades, ya amenazado. La escuela sirve de puente entre la infancia y su entorno, y de alguna forma, contribuye a mantener y fijar a toda la población de la localidad. La escuela es también un agente territorial que favorece la colaboración entre localidades próximas y la creación de vínculos entre poblaciones y entre familias. La escuela favorece en la infancia dos elementos del ámbito afectivo fundamentales: el sentimiento de pertenencia y el arraigo. También es un motivo de preocupación social y política, la escuela contribuye a vertebrar el territorio, pero necesita de medidas que favorezcan su tarea.
Cuando sus docentes se implican y comprometen con el entorno surgen experiencias que sirven de modelo para otras escuelas rurales y urbanas. En el presente número contamos con colaboraciones y experiencias que nos ayudan a entender mejor la configuración actual y nos permiten comprender la compleja realidad de la escuela rural. Mª Dolores López Sanz nos habla de la situación de la escuela rural en Castilla-La Mancha y del esfuerzo que debe hacer la administración para su sostenimiento. Jorge Paredes y Mª Elena Martín hacen una reflexión sobre los centros rurales agrupados con propuestas para su mejora. Fernando Andrés presenta la creación del Observatorio de la escuela rural en Aragón, un recurso que tiene como objetivo un mejor conocimiento de la realidad y sus necesidades. El monográfico se completa con una entrevista a Luis Antonio Sáez, director de la cátedra de despoblación y creatividad de la Universidad de Zaragoza; un trabajo de Laura Domingo en el que nos ofrece una panorámica de la situación de la escuela rural y su estudio; y dos experiencias, la del CEIP Isabel de Castilla, de Serrada (Valladolid) y del CRA de Benavites-Quart de les Valls (Valencia).